lunes, 21 de abril de 2014

Lo básico es lo más importante



“Si hay algo que hago siempre cuando escribo, pese a que en cierta manera reinvento mi método cada vez, es volver casi de forma invariable a “La Poética” de Aristóteles. Y lo hago cuando estoy escribiendo, cuando estoy dirigiendo, y cuando estoy interpretando. La idea central que creo que es tan valiosa en ese ensayo, cuando analiza “Edipo Rey” e intenta descubrir qué es una obra de teatro, en qué consiste, es la noción de la acción dramática. Lo que yo interpreto que significa es que ningún personaje puede salir al escenario sin querer algo –desesperadamente, queriendo algo de verdad de forma intensa. Y si todo el mundo quiere algo, aunque sea el repartidor, entonces automáticamente estarán en conflicto (…). Siempre puedo ver, creo, cuando el conflicto está urdido falsamente en un drama para la televisión escrito rápidamente (…) porque parece que el guionista ha sufrido para encontrar formas en las que los personajes puedan no estar de acuerdo (…) Consigues el conflicto si la gente de verdad quiere algo, y lo quiere tan apasionadamente que creen que se merecen tener lo que quieren (…)”. 



“El hecho es, creo, que cada vez que tengas a dos seres humanos, van a querer algo ligeramente diferente de lo que quiere el otro, y el conflicto surgirá de forma automática. Así que no tienes que perseguir el conflicto. Lo que tienes que perseguir es lo que quieren. (…) Y cuando quieren algo, la gente no puede dejar de mirarles La gente se siente atraída por ello, porque queremos lo que ellos quieren. Queremos ver si pueden conseguirlo, aunque quieran algo malvado. Queremos ver si se pueden salir con la suya. Tenemos la oportunidad de hacernos ricos de forma vicaria a expensas de otros, de tener sexo con una mujer hermosa aunque esté casada, o de lo que sea que vaya la historia”.

“(…) Y que yo quiera lo que quiero, y que tú quieras lo que quieras, y por tanto intentes impedirme conseguir lo que quiero para poder conseguir lo que quieres tú, es el protagonista y el antagonista de “La Poética”. Y creo que consigues buena escritura si buscas eso, y buena interpretación y buena dirección. Y si el guionista no le ha dado al personaje un fuerte “querer” algo que se esfuerza para conseguir, el actor está perdido (…)”.

“(..) Hay muchas otras cosas en las que tienen que pensar los principiantes. Pero algo de lo que creo que no he oído hablar a nadie más, y es algo que he notado en la mayor parte de las películas de principiantes que he visto, es que casi siempre hay un momento en la película que resulta crucial para entender de qué va. Y muy a menudo, ese momento no está claro. El cineasta sabe lo que significa, y el público no. Y si le dices al cineasta: “Sabes, este momento no funciona, ¿por qué no lo cortas?”, el cineasta se tirará de los pelos y dirá: “¿Qué quieres decir? ¡Eso es la película! Es cuando él decide entregarle los secretos a los Nazis…”. Y tú dices: “Pero no está ahí. No lo has mostrado”. Él dice, “pero eso es lo que está pensando”. Así que yo digo: “Entonces hazle hacer algo que me permita saber que él lo está pensando, porque tal y como está no puedo decirlo”.

"Es asombroso lo difícil que es, especialmente en los momentos cruciales, dejar claro lo que está ocurriendo. Creo que tienes que poder decirte a ti mismo: “¿Por qué está este plano aquí? ¿Qué creo que está ocurriendo en este plano? ¿Está realmente pasando?”. Y necesitas poder encajarlo cuando alguien te dice: “Eso no es lo que veo que está pasando”. Necesitas volver y rodarlo de nuevo, y hacer que ocurra”.  

Alan Alda, de esta estupenda entrevista.