martes, 29 de abril de 2008

Así es

“Yo lo que digo es una cosa: un espectador español ve una película americana y si le gusta dice, como es natural, que le ha gustado. Si por el contrario no le ha gustado, pero no lo sabe –cosa que ocurre a buena parte del público-, no dice nada. Y si se da cuenta de que no le ha gustado, dice lo que debe decir, “esta película es mala”. Pero si un espectador ha entrado a ver una película española –lo cual es ya casi un milagro- y no le gusta, en vez de decir “que mala es esta película”, dice “qué malo es el cine español”. Ésa es la terrible diferencia”.

José Luis Borau, en El País Semanal de este domingo pasado.

lunes, 28 de abril de 2008

Merece la pena


Compré la última novela del novelista y director de cine Óscar Aibar pensando que por lo menos sería divertido leer cómo -con la libertad y la sinceridad que solo te permite el paso de los años- contaba el rodaje de su primera película como director, Atolladero (1995). Pero al leerla me ha sorprendido que además de ser un retrato poco habitual, por lo descarnado, de las miserias del cine español, con el que de vez en cuando es cierto que puedes llegar a reírte bastante (aunque, sobre todo si a lo que estás acostumbrado es a los making ofs estilo publireportaje de los DVD, puede que la tuya sea una risa incrédula, entre fascinada y horrorizada; pero os aseguro que muchas veces las cosas son exactamente así), en la novela haya pasajes tan, tan tristes y tan emotivos, y que contenga en sus últimas páginas algunas de las reflexiones más acertadas que he leído sobre cómo somos y porqué hacemos lo que hacemos quienes nos dedicamos a este tipo de cosas. Ah, en paralelo al relato del rodaje, se cuentan las andanzas de un Aibar de una tierra paralela, director de una sola película, como invitado a un deprimente festival de pueblo. Y eso sí que espero que por el bien del autor sea totalmente inventado...

viernes, 25 de abril de 2008

Resulta que han convertido...

...el trailer de Iron Man en una película! (el próximo miércoles veremos si tienen razón o no). Visto en el blog de Eddie Campbell, de The Onion.


Wildly Popular 'Iron Man' Trailer To Be Adapted Into Full-Length Film

Similitudes

Una cosa que hago de vez en cuando en mis clases es hablar de películas que, aunque aparentemente no tienen nada que ver entre si, en realidad comparten una estructura similar e incluso preocupaciones temáticas e intenciones narrativas parecidas (un Ej. mío recurrente son los paralelismos que existen entre La pesadilla antes de Navidad, Superman Vuelve y El hombre del tiempo). Creo que tenerlo en cuenta ayuda a impedir que pase aquello de que “los árboles no te permitan ver el bosque”, porque generalmente los problemas de los guiones suelen ser estructurales, de base. Lo que suele fallar es el armazón dramático, no lo que se ha colocado sobre él.
Y ayer y hoy he visto dos películas con las que he vuelto a tener esa sensación de encontrarme ante dos primas lejanas: Todos estamos invitados, de Manuel Gutiérrez Aragón, y Los reyes de la calle, de David Ayer (el guionista de Training Day, que debutó como director con ese peliculón que es Harsh Times). Las dos cuentan la historia de tipos violentos, fanatizados –uno etarra, el otro un expeditivo policía- que viven de acuerdo a un esquema mental mítico que convierte su existencia en una seudo gesta épica cuyo final sólo puede llegar cuando se inmolen en nombre de sus ideales (como los infantiles, aunque fascinantes, personajes de Frank Miller, vaya). Para ellos todo es o blanco o negro, los "malos" son muy malos y los "buenos" muy buenos. Y cuando ocurre algo que les lleva a cuestionarse su función de descerebrada “punta de lanza” (tal y como define otro de los personajes al de Keanu Reeves) no solo se desmoronan sus certezas sino que pierden su lugar en el mundo. Además, ambas historias acaban de forma muy similar, con el aturdido protagonista transformado –o más bien dañado, separado de su grupo, perdido, sin saber qué le espera- tras haber hecho algo muy parecido, que no cuento para no estropeároslas a los que aún no las hayáis visto. Quizá es ese tránsito entre la mentalidad épica infantilona (que permite tomar partido ejerciendo una violencia que justifican los ideales del grupo) y el abrir los ojos a una realidad compleja y difícil de entender, en la que no resulta tan sencillo apretar el gatillo, lo que más me ha gustado de ellas. Las dos están bastante bien, por cierto (y, como este es un blog sobre todo de guión y no de dirección, me ahorro una descripción detallada sobre como retratan los dos directores, con una mirada casi antropológica, fascinada, a los especimenes que pueblan los mundos -tan cercanos y tan marcianos para mí a la vez-, de sus respectivos relatos).

miércoles, 23 de abril de 2008

Metalheads

Creo que ya he hablado de él varias veces. “Metal” iba a ser la continuación de “Miedo”, el álbum de cómic que escribí junto a Antonio Trashorras con dibujos de Javier Rodríguez. Pero después de abocetarlo por completo varias veces y de acabar muchas páginas a lápiz e incluso algunas a color, vencido por el exceso de trabajo (y también por las habituales comeduras de tarro de los dibujantes de tebeos), Javier lo aparcó y no ha vuelto a retomarlo. Esta mañana, revisando las carpetas que tengo de “Metal”, me han dado ganas de rotular los bocetos y colgarlos aquí para que por lo menos podáis leer la historia. Pero como es un trabajazo y yo soy un negado con el Photoshop, probablemente no lo haré nunca. Así que de momento me conformo con subir varias páginas de bocetos (cada una realizada en un estilo diferente) y una página a lápiz que me gusta especialmente.





jueves, 10 de abril de 2008

Otro punto de vista

“(…)Empezaba novelas sin parar, para llenar los huecos que me dejaban los encargos cinematográficos. Pero el impulso se extinguía por falta de confianza y disciplina, y las abandonaba con una sensación de alivio.
Escribir guiones era más fácil y daba más dinero, ya que aquella subliteratura unidimensional sólo exigía del escritor que tuviera a los personajes en movimiento. La fórmula era siempre la misma: pelear y copular. Al terminar se lo dabas a otros, que lo hacían trizas para hacer una película con los restos.
Pero cuando empezaba una novela, la responsabilidad era abrumadora. Entonces no era sólo el guionista, sino también la estrella y todos los personajes, y el director, el productor y el cámara. Si un guión no tenía éxito, se le podía echar la culpa a mucha gente, desde el director para abajo. Pero si fracasaba una novela, sólo sufría el autor”.

John Fante. Al oeste de Roma.
Editorial Anagrama, S.A. 2007
Traducción de Antonio-Prometeo Moya.

lunes, 7 de abril de 2008

Realidad y ficción

Ha citado a “Los Soprano”. ¿No cree que series como ésta pueden haber trivializado la imagen que tenemos de la mafia? En absoluto. Hay dos series alucinantes que creo que retratan la mafia de forma totalmente realista: Los Soprano y The Wire. Son retratos maravillosos y han hecho más para comprender el crimen organizado que cualquier otra cosa, ya sea en televisión, en libros, en campañas policiales… Olvídate de todo: si quieres entender cuáles son los motivos del crimen organizado, sus formas de actuación, tienes que ver estas series, porque te muestran como actúan, cómo buscan sus oportunidades de negocio, y muestran a los mafiosos como actores racionales.

Misha Glenny, periodista. Entrevistado por Guillermo Altares en El País Semanal.

miércoles, 2 de abril de 2008

La Guerra Civil


Ha dado la casualidad de que estos últimos días he leído dos obras ambientadas en nuestra Guerra Civil: una novela, “Los girasoles ciegos”, de Alberto Méndez, y el segundo álbum de la serie de cómic “36-39. Malos tiempos” de Carlos Giménez. Ambas además están estructuradas de una forma similar: recopilan varias historias cortas que pueden leerse de forma independiente, si bien se disfrutan más (aunque no sé si “disfrutar” es la palabra) leídas del tirón. Asimismo, comparten un tono muy duro y desesperanzado y una estructura juguetona, de ejecución difícil, que pese a su brillantez, no se interpone entre el lector y lo narrado. Dicho de otra manera: al leerlas uno tiene la sensación de que es exactamente así y no de otro modo como tenían que contarse estas historias. A mí las dos me han gustado mucho; me han hecho pasarlo mal, me han emocionado, me han cabreado… me han removido, que es de lo que se trata (aunque reconozco que la última historia del álbum de Giménez, “Sito”, un poco más y no la puedo acabar de leer…).
Y también me han recordado lo mucho que me toca las narices ese topicazo de que “en el cine español hay demasiadas películas sobre la Guerra Civil”. Cosa que no es cierta (y sólo hay que mirar la cartelera), pero que, si lo fuera, no sé qué tendría de malo. ¿Qué es lo que buscamos aquellos que nos dedicamos a contar historias? Experiencias al límite, conflictos intensos, emoción… ¿y en qué situación se vive (y se muere) de forma más intensa que en una guerra? ¿en qué otra se pone más a prueba nuestra verdadera esencia? Y con “guerra” no me refiero sólo al campo de batalla, sino a su a veces mucho más desoladora periferia. Precisamente el territorio que habitan este cómic y esta novela.
La duda ahora es si la adaptación al cine de “Los girasoles…” escrita por Rafael Azcona (creo que fue su último trabajo) y que al parecer ya está rodada, será capaz de transmitir esa sensación de terrible hiperrealidad que comunica la novela. Ya veremos.

martes, 1 de abril de 2008