Una cosa que hago de vez en cuando en mis clases es hablar de películas que, aunque aparentemente no tienen nada que ver entre si, en realidad comparten una estructura similar e incluso preocupaciones temáticas e intenciones narrativas parecidas (un Ej. mío recurrente son los paralelismos que existen entre La pesadilla antes de Navidad, Superman Vuelve y El hombre del tiempo). Creo que tenerlo en cuenta ayuda a impedir que pase aquello de que “los árboles no te permitan ver el bosque”, porque generalmente los problemas de los guiones suelen ser estructurales, de base. Lo que suele fallar es el armazón dramático, no lo que se ha colocado sobre él.
Y ayer y hoy he visto dos películas con las que he vuelto a tener esa sensación de encontrarme ante dos primas lejanas: Todos estamos invitados, de Manuel Gutiérrez Aragón, y Los reyes de la calle, de David Ayer (el guionista de Training Day, que debutó como director con ese peliculón que es Harsh Times). Las dos cuentan la historia de tipos violentos, fanatizados –uno etarra, el otro un expeditivo policía- que viven de acuerdo a un esquema mental mítico que convierte su existencia en una seudo gesta épica cuyo final sólo puede llegar cuando se inmolen en nombre de sus ideales (como los infantiles, aunque fascinantes, personajes de Frank Miller, vaya). Para ellos todo es o blanco o negro, los "malos" son muy malos y los "buenos" muy buenos. Y cuando ocurre algo que les lleva a cuestionarse su función de descerebrada “punta de lanza” (tal y como define otro de los personajes al de Keanu Reeves) no solo se desmoronan sus certezas sino que pierden su lugar en el mundo. Además, ambas historias acaban de forma muy similar, con el aturdido protagonista transformado –o más bien dañado, separado de su grupo, perdido, sin saber qué le espera- tras haber hecho algo muy parecido, que no cuento para no estropeároslas a los que aún no las hayáis visto. Quizá es ese tránsito entre la mentalidad épica infantilona (que permite tomar partido ejerciendo una violencia que justifican los ideales del grupo) y el abrir los ojos a una realidad compleja y difícil de entender, en la que no resulta tan sencillo apretar el gatillo, lo que más me ha gustado de ellas. Las dos están bastante bien, por cierto (y, como este es un blog sobre todo de guión y no de dirección, me ahorro una descripción detallada sobre como retratan los dos directores, con una mirada casi antropológica, fascinada, a los especimenes que pueblan los mundos -tan cercanos y tan marcianos para mí a la vez-, de sus respectivos relatos).