martes, 30 de septiembre de 2008

In the playground



Acabo de encontrar esta noticia en Internet sobre una película que he terminado de escribir hace solo unas semanas: In the Playground, que, al contrario de lo que se dice en la noticia, no es exactamente un remake de ¿Quién puede matar a un niño?, sino una nueva adaptación de la novela en la que se basó la estupenda película de 1976 de Chicho Ibáñez Serrador.
En la noticia se dice que es un remake “innecesario”, y, aunque puedo entender el porqué de esa opinión, tanto el director de la película como yo estamos convencidos de que los temas que se abordaban en la historia original tienen hoy más relevancia que nunca y que merece la pena darles una vuelta, adaptándolos a este momento. En la historia del cine ha habido de todo en cuanto a remakes, algunos han sido mejores que el original (La cosa de Carpenter por Ej.) y otros uno no sabe muy bien para qué se han hecho (el que primero ahora me viene a la cabeza es el de una de mis películas preferidas, Carretera al infierno). Esperemos que el nuestro, si realmente llega a rodarse, esté como poco entre los interesantes. Desde luego es lo que estamos intentando. Y bueno, al menos nosotros reconocemos de dónde partimos, no como todas esas películas de niños que matan jugando que fusilan sin acreditar su fuente las mejores ideas de la película de Chicho…

sábado, 27 de septiembre de 2008

URTAIN


Ayer vi en el Centro Dramático Nacional Urtain, la obra de Animalario dirigida por Andrés Lima sobre un texto de Juan Cavestany. Y, sin exagerar, fueron las dos mejores horas que he pasado en un teatro en mi vida. La obra, que cuenta (de forma muy fragmentada y con una estructura “marcha atrás” a lo Memento, sobre un ring de boxeo a modo de escenario) la vida del boxeador Urtain, que se suicidó saltando por una ventana de un décimo piso cuatro días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, es un espectáculo que impresiona, divierte, conmueve y en ocasiones incluso llega a sobrecoger.
Por intentar explicarla de alguna manera utilizando referentes cinematográficos, que son los que mejor conozco, Urtain podría ser la obra que hubiera dirigido un imposible ente bicéfalo en el que se mezclaran la sensibilidad bizarra/pesadillesca de David Lynch (solo que con canciones de Raphael en vez de Roy Orbison, pero oye, somos españoles…) con el talento escenográfico y la capacidad para emocionar de Bob Fosse. Y de verdad que creo no estar quedándome corto.
Aunque en su momento el proyecto se anunció como largometraje cinematográfico, creo que lo mejor que puede haberle pasado es que haya acabado siendo esta obra de teatro. Porque mucho me temo que el atrevimiento formal de la obra, y su a veces incómoda mezcla entre humor negro y verdadera emoción, jamás habría sobrevivido a dos o tres reuniones de desarrollo.
Y además, la entrada solo cuesta 15 euros. Que oye, por dos horas de espectáculo no está nada mal.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Guionista español


Supongo que les pasa a todos mis colegas. Estamos tan acostumbrados a trabajar constreñidos por estrecheces presupuestarias que, escribamos lo que escribamos, lo hacemos pensando en que cuando se ruede cueste lo menos posible. Por eso, cuando Tirso Cons me manda las páginas que va terminando del segundo álbum de nuestra serie “Le manoir des murmures” lo primero que se me pasa siempre por la cabeza es que… ¡los decorados son enormes! Que ya, que ya sé que es un cómic y el único límite a la hora de “localizar” lo pone la imaginación del dibujante, pero aún así, estoy tan condicionado que no puedo evitar quedarme con la boca abierta contemplando las abigarradas habitaciones con paredes de cuatro metros de altura donde viven los villanos de la serie o la gigantesca biblioteca de “le manoir”.
Ah, como no es plan de desvelar nada sobre lo que ocurre en la segunda entrega, para ilustrar esta entrada he elegido una viñeta poco comprometida argumentalmente pero que sin embargo me gusta mucho. Todavía tiene que ser rotulada, pero creo que deja bastante claro por donde van a ir los tiros visualmente. Como siempre, el color de Javi Montes es estupendo.

De una entrevista bastante interesante con...

...Óscar Aibar:

"Entiendo que en los festivales es muy guay hablar mal del cine español. Y yo soy una persona que ha hecho un esfuerzo muy grande por hacer cine que no parezca español, quizás la que más. Pero lo quiero, porque son nuestros técnicos, nuestra industria, es lo que hay, ¿no? Entonces ir de guay y decir: “No, a mí me gusta el cine francés, o el iraní”. Pues no, porque tú haces cine en España; plantas un trípode en Zaragoza, y es cine español. Cuando eres un cortometrajista, o un tío que quiere hacer cine, y tienes tu cámara, tu gente, tu equipo y tal, lo que te encuentras ahí delante es España, no estás en Hollywood. Yo digo siempre que hay un lóbulo en nuestro cerebro que es el Orson Welles, el cine que quieres hacer, las películas que te gustan, el cine americano... Y luego tienes otro lóbulo que es también lo que tienes delante, que es España, Paco Martínez Soria: la realidad. Pienso que el éxito es saber juntar esos dos lóbulos. Yo no he podido hacerlo, es muy difícil. Pero sí, por ejemplo, Santiago (Segura). Santiago ha conectado muy bien Hollywood con Paco Martínez Soria, y también Álex (de la Iglesia), en algún momento, no siempre... Pero yo siempre tengo esa lucha como de electrodos. Tienes que hacerlo para verlo. Te das cuenta de que estás encerrado en España, tienes unos técnicos españoles, y una realidad española delante. No te tienes que meter nunca en el culo, como hacen otros, el cine que te gusta, entonces estás perdido; pero tampoco tienes que hacer sólo esa realidad. Entonces ese capítulo es una pesadilla que tiene el director intentando conectar esas dos partes. Se trata de aprender a conectar los sueños con la realidad".

El resto, aquí.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Así es...

De este artículo de Hernán Migoya:

"En España el llamado “compromiso social” del autor es una suerte de Santo Grial que lo justifica todo. Justifica la mayor bazofia artística, en cualquier medio. Ello provoca un fanático apego al género “realista” (aunque muchas veces llamemos realismo a lo que no deja de ser puro y duro melodrama de lo más fantasioso: el maniqueo cliché de los ricos malos y los pobres buenos sigue configurando nuestra convención más simplona y eficaz para obtener la gracia del poder), modalidad que suele resultar por ende aburrida y, en muchos casos, una estafa de planteamientos: haciendo cine, por ejemplo, he descubierto que aquí muchos camaradas de profesión denominan realismo a las convenciones narrativas de los telefilmes… sí, estadounidenses. Vamos, que es muy discutible el cacareado realismo del -como se empieza a conocer mundialmente en lengua castellana- “dramón español”, variedad exportable de género cañí muchas veces tan poco verista como la acción o el terror estadounidenses, y del que generamos en cadena numerosos “botones de muestra” tanto en cine, como en literatura, como en cómic".

martes, 23 de septiembre de 2008

El trailer de Intrusos

Ya está colgado en el Myspace de Sitges el tráiler de INTRUSOS.

Aquí.

Se podrá ver en estas fechas en el festival de Sitges:

- Martes 7 (Sala Tramuntana) a les 18:15h.

- Jueves 9 (Auditori) a les 19:15h.

- Viernes 10 (Cinema Prado) a les 14:30h + col·loqui post-screening.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Zoquetes


No sé muy bien porqué, pero aunque lo he intentado varias veces, nunca he podido terminar una novela de Daniel Pennac. Hay algo en su manera de contar las cosas que se me atraviesa. Sin embargo, al leer el texto que aparece en la contraportada de su último libro publicado en España, el ensayo autobiográfico Mal de escuela, me picó la curiosidad y, a pesar de las malas experiencias anteriores, me animé a comprarlo. Y no me he arrepentido. En Mal de escuela Pennac habla, con mucha inteligencia y sentido del humor, de lo mal alumno que fue; del sufrimiento que generó su fracaso como estudiante en su familia; de cómo, gracias al apoyo de sus padres y de algunos profesores, acabó “redimiéndose”, y, sobre todo, habla de cómo se siente uno al ser “un zoquete” durante tantos años y de cómo eso determina tu visión del mundo y del lugar que crees merecer ocupar él. Y yo, que fui un estudiante lamentable (entre otras hazañas, tardé MUCHOS más años de los que habría debido en acabar el B.U.P.) que, como Pennac, sin embargo ha acabado dando clases en la universidad, no solo me he sentido totalmente identificado con sus palabras, sino que he tenido la impresión de que en algunos momentos estaba explicando mi experiencia mucho mejor de lo que jamás habría sido yo capaz de hacerlo.
Por ejemplo, este párrafo define perfectamente algo de lo que he hablado a menudo con algunos amigos cuando he intentado explicarles cómo me sentía en aquella época en la que aprobar un examen de matemáticas me parecía más difícil que escalar el Everest:

“Prohibido el porvenir.
A fuerza de oírlo me había hecho una representación bastante concreta de mi vida sin futuro. No era que el tiempo dejara de pasar, ni que el futuro no existiese; era que yo seguiría siendo el mismo que soy hoy. No el mismo, claro está, no como si el tiempo no hubiera corrido, sino como si los años se hubieran acumulado sin que nada cambiase en mí, como si mi instante futuro amenazase con ser del todo semejante a mi presente. ¿De qué estaba hecho mi presente? De un sentimiento de indignidad que saturaba la suma de mis instantes pasados. Yo era una nulidad escolar… y nunca había dejado de serlo. Está claro que el tiempo pasaría, y el crecimiento, y los acontecimientos, y la vida, pero yo pasaría por esta existencia sin obtener nunca resultado alguno. Era mucho más que una certeza, era yo.
Algunos chicos se persuaden muy pronto de que las cosas son así, y si no encuentran a nadie que los desengañe, como no pueden vivir sin pasión, desarrollan, a falta de algo mejor, la pasión del fracaso”.

Aún hoy, sueño a menudo que tengo que volver al instituto. En mi sueño (o más bien, mi pesadilla), alguien ha descubierto que en realidad nunca conseguí aprobar las temidas matemáticas y que debido a ello toda mi vida posterior ha sido un engaño, una farsa. Porque sin el título de bachillerato, todo lo que he hecho desaparecerá. Será como si mis guiones nunca hubieran sido escritos, como si nunca hubiera dado una sola clase. Y para evitarlo, me veo, con 39 años y el pelo ya canoso, sentado de nuevo en un aula de mi instituto, rodeado por alumnos adolescentes que se burlan de mí, intentando resolver un problema que no consigo entender por mucho que me esfuerce. Desesperado, pienso que prefiero perderlo todo a seguir ahí, tratando de comprender qué narices significa eso del “mínimo común denominador” mientras el profesor (el temido don Javier, con su jersey raído con agujeros en los sobacos) me repite una y otra vez aquello que me soltó el primer día de clase: “Usted nunca conseguirá aprobar conmigo, Muñoz, NUNCA”.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La canción...

...que no puedo dejar de escuchar esta semana.

Y, por cierto, esta noche ha comenzado a emitirse la nueva temporada de "El comisario". A ver qué pasa...


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Hoy tengo el día YouTube

Hace poco, gracias a su penúltimo largo, Rescue Dawn (magnífica, y todavía sin estrenar en España, como tantas otras), he redescubierto el cine de Werner Herzog y he empezado a ver todos los DVD que he podido encontrar tanto de sus largometrajes como de sus documentales (de estos últimos, el único que había visto era su magistral Grizzly Man). Teniendo en cuenta que entre unos y otros debe de haber dirigido más de cincuenta películas, intuyo que, si no me canso antes, voy a estar viendo cosas de Herzog muuuucho tiempo. Pero, curiosamente, una de las películas “de Herzog” que más me ha gustado, no la he dirigido él sino el guionista Zak Penn. Se llama Incident at Loch Ness y es un falso documental muy divertido protagonizado por el propio Herzog, que parodia a la vez que homenajea su peculiar estilo como documentalista. Aunque no lo he comprobado, creo que tampoco está editado aquí, pero supongo que si queréis verlo podréis conseguirlo fácilmente. Además, la copia americana lleva subtítulos en español.


Para los que no le conozcáis y queráis haceros una idea de cómo es este señor, os cuelgo un trozo de un reportaje sobre Herzog que he encontrado en YouTube, en el que se ve como, durante el transcurso de una entrevista, recibe un tiro disparado por un arma de aire comprimido que le deja un buen agujero en el estómago. Sin embargo, se queda tan pancho e insiste en continuar con la entrevista. A veces uno no sabe si creerse o no la (según él) leyenda que cuenta que durante el rodaje de Aguirre, la cólera de Dios, le disparó un par de tiros a Klaus Kinski cuando éste amenazó con abandonar el rodaje…

Una relectura interesante...

martes, 2 de septiembre de 2008

Flamenco Artomático


El día 13 de Septiembre, mi hermano Daniel actúa en La Casa Encendida con su grupo de flamenco experimental. Esta es la nota de prensa:

La Noche en Blanco
Flamenco Artomático

“Artomático” flamenco es una exploración por las profundidades y alrededores del flamenco. Electrónica jonda. Buscando en las peculiaridades del compás y en las voces del cante antiguo, “Artomático” proyecta su sonido hacia el flamenco.
Explora los terrenos del ritmo y pone en primer plano la radicalidad expresiva de las voces para crear un sonido electrónico que supone el sustento para que suceda el flamenco. Las claves del ritmo de los palos flamencos son el terreno para la improvisación de las máquinas, los bailaores y la percusión en vivo
Formación: Máquinas (artomático), percusiones (Nacho Arimany)
y baile (Rafa Estévez y Nani Paños)

Patio
13.09.08
24.00 h.
Entrada gratuita hasta completar aforo
La Casa Encendida
Ronda de Valencia, 2
28012 Madrid
T +902 430 322
www.lacasaencendida.com

lunes, 1 de septiembre de 2008

El mundo se acaba



Cosas que pasan. Después de no haber puesto las manos encima de un solo tebeo de Takao Saito en mi vida, he leído dos el mismo día: Breakdown (Impacto), editado por Dolmen, y Survival, editado por Ponent Mon. Encima los dos cuentan una historia que parte de una premisa más o menos similar: una catástrofe destruye el Japón y los protagonistas luchan por sobrevivir, intentando adaptarse, más mal que bien, a sus nuevas circunstancias. De hecho, los protagonistas de cada tomo podrían ser hermanos de lo mucho que se parecen, no sólo físicamente, sino en su forma de comportarse. De todas maneras, cómo a mí me pierden las historias posapocalípticas, he disfrutado mucho leyendo los dos, aunque quizá Breakdown (en el que la causa del desastre es un meteorito) sea algo más interesante. Porque, mientras que de momento en Survival el protagonista se dedica a vagar solo por el bosque, en Breakdown éste ha sobrevivido acompañado de su jefe, un tipo malencarado y desagradable que le hace la vida imposible. O sea, el último compañero que querríamos tener de encontrarnos alguna vez en una situación de este tipo. El caso es que “gracias” a las meteduras de pata y las borderías del jefe, las 350 páginas del primer tomo de Breakdown se leen, a poco que uno se “meta” en la historia, con verdadera angustia.
Además, llevaba un tiempo sin leer prácticamente ningún manga (salvo Maiwai, que descubrí por recomendación de Hernán Migoya) y me apetecía perderme en una de sus minuciosas narraciones en las que atravesar un arroyo puede dar lugar a una secuencia de veintitantas páginas. Que envidia me dan estos japoneses. Sobre todo ahora, que precisamente estoy terminando de escribir el tercer tomo de La casa de los susurros, intentando comprimir el final de la primera saga de la serie en un tomo de 54 páginas. Ya me gustaría tener otras 50 más (por lo menos). Aunque lo mismo entonces Tirso se cortaba las venas…