viernes, 30 de marzo de 2012

Mundo "susurros".

Aquí podéis encontrar una reseña de "La casa de los susurros", acompañada de una entrevista bastante interesante con Tirso Cons, el dibujante de la serie.

lunes, 19 de marzo de 2012

La frontera


"(…) con él se planteaba el mismo problema que con el 100% de los seres, humanos o no: la frontera. Conoces a alguien, en persona o por carta. La primera etapa consiste  en constatar la existencia del otro: puede ocurrir que se transforme en un momento de asombro. En esta fase somos como Robinson y Viernes en la playa de la isla, nos contemplamos el uno al otro, estupefactos, asombrados de que exista en este universo otro tan distinto y tan cercano al mismo tiempo. Existes en mayor medida por cuanto el otro constata y experimenta un estallido de entusiasmo hacia ese providencial individuo que le da réplica. A ese otro le atribuyes un nombre fabuloso: amigo, amor, camarada, anfitrión, colega, depende. Se trata de un idilio. La alternancia entre la identidad y la alteridad («¡Es igual que yo!», «¡Es lo opuesto a mí!») te sumerge en el estupor, en un arrobamiento infantil. Te sientes tan embriagado que no ves llegar el peligro.
              Pero, de repente, el otro está ahí, ante tu puerta. La borrachera se te pasa de golpe, no sabes cómo decirle que no ha sido invitado. No es que hayas dejado de quererle, es que deseas que sea otro, es decir alguien que no sea tú. Sin embargo, el otro se acerca como si quisiera asimilarte o asimilarse a ti.
              Sabes que tendrás que poner los puntos sobre las íes. Hay diversas formas de proceder, explícitas o implícitas. En cualquier caso, siempre es un momento espinoso. Más de dos tercios de las relaciones no lo consiguen. Aparecen entonces la enemistad, el malentendido, el silencio, a veces incluso el odio. La mala fe preside esos fracasos con la excusa de que si la amistad hubiera sido sincera, el problema no se habría planteado. No es cierto. Que surja la crisis resulta inevitable. Aunque de verdad adores al otro, no estás preparado para tenerlo en casa.

(…)
              Las personas son como países. Resulta maravilloso que haya tantos y que una perpetua deriva de los continentes propicie que se encuentren islas tan nuevas. Pero si esa tectónica de las placas lleva un territorio desconocido hasta tu orilla, la hostilidad aparece de inmediato. Sólo quedan dos soluciones: la guerra o la diplomacia”.

Amélie Nothomb, de su última (y muy recomendable) novela publicada en España: “Una forma de vida”. Traducción de Sergi Pàmies.

viernes, 9 de marzo de 2012

Mañana

Aunque el anuncio de la presentación dice que contará con la presencia de "los autores", yo mañana no podré estar en Generación X.

A la venta



Foto tomada en la FNAC de Callao en Madrid.

 

Aunque lo que me hace ilusión de verdad es estar en el escaparate de Madrid Cómics, la librería donde compro desde hace por lo menos... ¿25 años?

El final como guía


“Rara vez invento frente a la máquina de escribir (…) Primero necesito imaginar, sin lenguaje; y luego recuerdo. De hecho paso gran parte de mi tiempo lejos del estudio. Paso gran parte de mi tiempo en movimiento. Corriendo (mi actividad favorita, en la que mi metabolismo parece de alguna manera “normal”), caminando, montando en bicicleta. Conduciendo un coche (…) Durante esos interludios trato de pensar en lo que voy a escribir más tarde; trato de imaginar escenas, “oír” diálogos. Frente a mi mesa recuerdo, aunque no solamente. Soy una de esas escritoras que necesita conocer el final de un trabajo antes de poder dedicarse a ello con bastante confianza y energía. Por supuesto que el trabajo evolucionará, todo trabajo imaginativo evoluciona con el tiempo, una vez sus raíces están establecidas. Pero el final debe estar ahí, al menos en el inconsciente, antes de que pueda haber un inicio sólido”.

La escritora Joyce Carol Oates, de su libro “The Faith of a Writer”.      

jueves, 8 de marzo de 2012

Child´s Play

Por fin comienza a hablarse de "Child's Play" la película que coescribí junto a David Alcalde adaptando el libro "El juego de los niños" de Juan José Plans, que también sirvió de base para la película "¿Quién puede matar un niño?", el clásico indiscutible del cine de terror de Chicho Ibañez Serrador. La noticia ha aparecido en Variety y la podéis leer aquí. La versión en español, aquí.

Lo más importante es esto: "Un misterioso y desconocido ruso llamado Makinov, que dirige sus películas usando una máscara y una chamarra de trabajador, es el realizador de 'Child's Play', el primer filme que Canana, la distribuidora-productora de Gael García Bernal y Diego Luna, hace en inglés.
(...)

El largometraje de horror, protagonizado por Vinessa Shaw ('Amantes') y Ebon Moss ('Damages') y que está actualmente en postproducción, narrará la historia de un hombre que viaja a México con su esposa embarazada, pero, en vez de tranquilidad, encuentra un grupo de niños con instintos asesinos.
(...)
La cinta se rodó en la isla de Holbox, en el Caribe mexicano, contó con la actuación de varios niños locales y fue llevada al European Film Market, paralelo al Festival de Cine de Berlín, para encontrar distribuidores internacionales".

A ver si un día me animo y cuento cómo ha sido el enloquecido "making of" de la película, que comenzó como un proyecto que debía dirigir David Alcalde y ha terminado dirigido por un tal "Makinov", del que escribimos no sé cuántas versiones del guión, muy diferentes entre si según íbamos pasando de una productora a otra que nos ofrecía más o menos dinero para poder hacerla (entre otras,  pasamos por Filmax y por una productora norteamericana para la que terminamos una versión mucho más cara y ambiciosa que la que parece que se ha rodado por fin) y del que a día de hoy solo he visto un trailer que espero poder subir pronto por aquí. La verdad es que la historia daría para un libro interesante, al estilo de los que se han escrito sobre algunas películas de Terry Gilliam. 

Ah, la imagen de arriba es el cartel creo que americano (o uno de ellos, porque recuerdo que hay otro con una calavera sobre la isla) de la película  de Chicho en su estreno de 1976, y el de aquí abajo el de nuestra película cuando la iba a producir Filmax.

lunes, 5 de marzo de 2012

Haywire


Me encanta ir al cine. Si puedo, voy una o dos veces a la semana. También veo mucho cine en casa, pero no es lo mismo.

Y me gusta ver las películas en versión original.

La última, “Haywire”, de Steven Soderbergh, prima hermana de otro proyecto anterior de Soderbergh, “The Limey”, escrito por el mismo guionista, Lem Dobbs.

La podía haber disfrutado mucho. Pero no pudo ser, porque tuve la mala suerte de que se estrenara en los cines Princesa de Madrid.

Me tragué toda la película con la mitad izquierda de la pantalla desenfocada y una calidad de imagen más propia de un VHS que de un cine del año 2012. Salí a protestar y no sirvió de nada. Solo para que me perdiera un par de escenas (estaba en la sala 7 de los Princesa y madre mía, que largo se hace el pasillo hasta las taquillas).

Pagué 15 euros por dos entradas. 

La película sale a la venta muy pronto en Estados Unidos. En Amazon está a la venta por 20 dólares. O sea, unos 15 euros. E incluye subtítulos en Español.

La próxima vez que solamente se estrene una película que me interese en V.O. los Princesa, me parece que ya sé lo que voy a hacer. Porque además todas las películas que he visto allí recientemente, “Another Year” de Mike Leigh, “No habrá paz para los malvados” o la segunda de Sherlock Holmes, se proyectaron igual o peor, y eran otras salas. Lo de “Haywire” no es algo casual. Parece que a los responsables de los cines Princesa no les interesa un pimiento la calidad con la que se proyectan sus películas. O no lo saben o les da igual.

Lo más triste de todo esto es que el propietario de los cines Princesa es Enrique González Macho, actual presidente de la Academia de Cine. Nunca he tratado con él, pero por sus declaraciones siempre me ha parecido alguien muy cabal. Si fuera miembro de la Academia le habría votado sin dudarlo.  

Parte de su trabajo es defender el cine como industria. Una industria que aún sigue necesitando las salas de cine como primera ventana de explotación.

Lo triste es que, pese a que es el ejemplo que me parece más sangrante, lo de los Princesa no es un caso único. No cuidar las proyecciones es no cuidar a los espectadores a quienes aún nos sigue cautivando tanto la experiencia de ver una película en una sala de cine que preferimos pagar más a verla en casa. Pero claro, todo tiene un límite. Así, se quitan las ganas. Hasta a mí.

Una buena vida

Ralph McQuarrie ha muerto a los 82 años

La de horas que he pasado en mi vida mirando imágenes como esta: