martes, 30 de octubre de 2007

Los Totenwackers


El próximo viernes se estrena Los Totenwackers, película de la que soy coargumentista junto a Antonio Trashorras. Hasta pocas semanas antes del rodaje parecía que se iba a utilizar el guión que habíamos escrito nosotros, pero en el último momento el director decidió reescribirlo y al final de nuestro guión ha quedado bastante poco. Aunque son nuestros personajes (y no todos) y la historia es más o menos parecida a la de la versión que le vendimos a la productora, solo hay un par de escenas (la llegada a la casa y la primera aparición fantasmal) que se parecen realmente a las que escribimos. Supongo que así es como se sienten todos esos escritores a los que compran los derechos de una de sus novelas para adaptarlas al cine. La película se da un aire a la que nosotros habíamos imaginado, pero solo un aire. De todos modos, como ya hablé de lo que pasó en algún post anterior, no me voy a extender más ahora sobre el tema. Para más información, aquí.

Y está es la crítica de El País.

viernes, 26 de octubre de 2007

Este año escribes tu novela


This Year You Write Your Novel del escritor Walter Mosley es uno de los mejores libros que he leído sobre el oficio de escribir. Y también uno de los más cortos. Sólo tiene 103 páginas (y además pequeñas y escritas con un tipo de letra bastante grandota), pero cada una de ellas está llena de consejos realmente útiles, de esos que no suelen leerse en otros manuales de escritura, que a veces parecen más preocupados en formar críticos que escritores (o guionistas, porque la mayor parte de las cosas que dice Mosley pueden aplicarse a la escritura de guiones, y por eso lo menciono aquí). Yo lo compré a través de Amazon porque lo recomendaba el guionista Steven Grant en uno de sus casi siempre excelentes artículos semanales para Comic Book Resources. Pensé “si lo recomienda un guionista veterano debe merecer la pena”. Y así es. Aunque si ya llevas mucho tiempo escribiendo (se trata de un libro enfocado especialmente a gente que aún no ha escrito nada), probablemente no vas a descubrir nada que no sepas ya, a mí me ha resultado una lectura muy estimulante, sobre todo porque es la primera vez que veo escritas muchas de esas verdades como puños que normalmente uno solo acaba aprendiendo a base de equivocarse. Como esta, por Ej:

“Lo único que importa es que escribas, escribas, escribas. No tienes porque escribir algo bueno. De hecho, casi todas las primeras versiones son muy malas. Lo que importa es que pongas las palabras sobre el papel o en la pantalla; o en la grabadora, si trabajas así. (…) A la mañana siguiente leo lo que escribí el día anterior, haciendo solo cambios muy superficiales, y entonces sigo adelante. Esto es todo lo que tienes que hacer. Sentarte una vez al día con la novela, y comenzar a trabajar sin sentido crítico, sin tener expectativas debilitadoras, sin la necesidad de contemplar tus palabras como si ya estuvieran impresas y encuadernadas.
El comienzo es solo un borrador. Los borradores son imperfectos por definición”.

Yo llevo tiempo haciendo lo mismo con las primeras versiones de los guiones. Escribo sin agobios, dejándome llevar (aunque siempre lo hago sobre una escaleta previa), y todo lo rápido que puedo, sabiendo que ya habrá tiempo más tarde para corregir y mejorarlo todo. Y es la única manera que he encontrado para evitar bloquearme. Porque obsesionarse con que cada escena sea perfecta en la primera versión del guión es la mejor manera de no terminarlo nunca.

martes, 23 de octubre de 2007

La portada



Hubiera preferido enseñarla cuando salga el álbum, pero como Entrecomics la ha colgado ya, no tiene mucho sentido seguir esperando.
Esta es la portada del tomo 1 de Le Manoir des Murmures, la serie de cómic que estoy escribiendo para la editorial francesa Les Humanoïdes Associés. En Francia sale a la venta el 14 de Noviembre y todavía no sé si alguien se animará a editarlo por aquí.
Yo estoy muy contento con el resultado. Además, trabajar con el equipo tan cojonudo que forman Tirso Cons (dibujante), Javi Montes (colorista) y Félix Ruiz (rotulista) ha sido una de las experiencias más gratificantes que he tenido en mi carrera como guionista.
Actualización: Aquí pueden verse varias páginas del álbum.

lunes, 22 de octubre de 2007

De mierda nada

Hoy me ha comentado un amigo que ha leído un artículo en un periódico de provincias con el siguiente titular (o muy parecido): “El guionista de Quart dice que la serie era una mierda”. Luego, parece ser que se citaban varias frases sacadas de algunos de los post que he escrito en este blog.
¡Me he quedado helado! Vamos a ver, una cosa es que piense que el primer episodio de la serie podía haber sido mejor, y otra muy distinta que crea que Quart es “una mierda”. Además, aunque lo fuera (que no lo es) decirlo sería de idiotas, porque teniendo en cuenta que he participado en la escritura de todos los capítulos, equivaldría a decir que mi trabajo ha sido una mierda.
La verdad es que no sé porqué me extraña que pasen estas cosas. Con tal de conseguir un titular llamativo, hay periodistas que son especialistas en distorsionar y sacar fuera de contexto cualquier declaración.
De todas maneras, por si acaso hay algún otro periodista del mismo estilo leyendo este blog, y aunque ya lo he dicho varias veces... lo repito: estoy muy orgulloso de la serie que hemos hecho. ¿Qué no pienso que es perfecta? Pues no. ¿Pero qué serie (o película, o novela, o lo que sea) lo es? Y menos mal que no lo son, porque si no lo tendríamos todo hecho ya. Menudo aburrimiento, ¿no? Afortunadamente, los guionistas siempre creemos que el siguiente proyecto va a ser mejor (porque de algo tiene que servirnos lo que hemos aprendido en el anterior), y eso es lo que nos anima a seguir adelante incluso cuando las cosas no salen como hubiéramos querido.

Actualización: acabo de ver la “noticia” en cuestión. Para empezar, no me cabe en la cabeza como un comentario en un blog puede acabar adquiriendo categoría de noticia, pero es que además, sacada fuera de contexto, la frase es demoledora. Como lo sería cualquier otra extraída a mala leche de otros blogs de guionistas cuando hablan de su trabajo (somos así, nos gusta fustigarnos). En fin, poco más puedo hacer que escribir esto, y volver a reiterar, que, como dice el título que le he puesto a este post… de mierda nada.
Aunque hay otra cosa que me preocupa, y es que estamos tan acostumbrados a que todo lo que nos llegue sea publicidad disfrazada de información, a que todo lo que se publique sean comentarios elogiosos (tengan o no que ver con la realidad), que un comentario como el mío, ligeramente autocrítico… ¡es noticia! Es de locos.

viernes, 19 de octubre de 2007

Momento raro, raro...


He comprado la caja de DVD en un quiosco en vez de en una tienda porque me hacía gracia tener el cartón (con ese lema: “elegido para resolver los misterios más oscuros de la iglesia”…).
Como ya se ha comentado aquí varias veces, la publicidad de la caja es algo engañosa, porque aunque incluye los seis episodios de Quart que llegaron a grabarse, con lo que en cierta manera sí que es “la serie completa”, la trama general de la primera temporada (lo que los guionistas llamamos “trama arco”) estaba pensada para terminar en el capítulo 13.
En fin... al menos cada capítulo cuenta una historia autonclusiva (la investigación que lleva a cabo Quart), con lo que espero que quienes compren el DVD no se sientan del todo decepcionados al llegar al seis y descubrir que la serie no acaba.
Y mientras tanto, los guionistas seguimos sin llevarnos un duro por la venta de los DVD de nuestro trabajo.

lunes, 15 de octubre de 2007

Esas difíciles adaptaciones

“Me han dicho varias veces que En picado sería una buena película. Es verdad que en los primeros capítulos hay cuatro personas en un tejado, y que se podría hacer que eso quedara bastante guay en la pantalla. Pero después de eso, hay muchos problemas que DV [el guionista] tendría que resolver. En la novela hay cuatro puntos de vista, cuatro voces diferentes; no puedes rodar eso. Buena parte del libro cuenta qué ha pasado antes de que comience la historia, con los personajes explicando cómo llegaron a su situación actual; tampoco puedes rodar eso, no sin acabar recurriendo a un uso excesivo, torpe, de los flashbacks. La mayor parte de la acción ocurre en habitaciones (una de las escenas más importantes ocurre en el sótano de un Starbucks).
(Nota a aspirantes a novelistas: si realmente queréis ganar dinero en Hollywood, ubicad todas vuestras escenas importantes en la cima de una montaña, o en el fondo del mar, o incluso en el bajo del Starbucks, en algún lugar con ventanas)".

El escritor Nick Hornby, en su blog.

domingo, 14 de octubre de 2007

Ascensores


Ayer me pasé por la grabación de Ascensores, una serie de sketches coproducida por Paramount Comedy que comenzará a emitirse muy pronto en el canal. La idea tiene puntos en común con Camera Café, aunque en vez de con un solo escenario, Ascensores cuenta con tres. Mi relación con el proyecto ha sido un tanto inusual (al menos para mi, es la primera vez que hago un trabajo así en una serie de la que no soy también guionista), ya que he formado parte del equipo que se ha encargado de darles una última pasada a los guiones antes de la grabación. Y hay que ver lo difícil que es encontrar buenos remates. Probablemente sea lo más difícil en comedia, conseguir terminar en alto.

viernes, 12 de octubre de 2007

Sordo, en proceso


Rayco Pulido sigue trabajando en Sordo, un álbum con guión mío que editará Edicions de Ponent a principios del año que viene. Lo que he escaneado son un par de hojas de la copia del guión que está utilizando Rayco, sobre las que, como podéis ver, va abocetando las páginas y anotando las ideas que le sugiere la historia (y donde además dibuja todo lo que se le pasa por la cabeza. Porque yo juraría que ese de la derecha es el primo garrulo de Matt Murdock...).

sábado, 6 de octubre de 2007

Asi (no) se hizo Salir pitando



El guionista Juan Cavestany me envía este texto:

Soy el guionista de “Salir pitando” junto con su director, Álvaro Fernández Armero, y lo ocurrido con el guión, desarrollo y estreno de esta película creo que merece la pena contarse. Antes de nada, advierto que esta historia es simplemente algo que me apetecía contar para quien le interese conocer una bonita historia sobre nuestro oficio. No es una queja plañidera: quejarme en este oficio es de las cosas que más odio y trato de evitar.

A principios del año 2005, me llamó Álvaro Fernández Armero para decirme que iba a dirigir una película para Morena Films y Tele 5 y quería coescribirla conmigo. El mismo día recibí una llamada también de las productoras en el mismo sentido. Me reuní con Álvaro y le dije: “Me interesa escribir una peli contigo si las productoras nos dejan escribir el guión que nos apetezca sobre el tema que nos salga de las narices. Creo que sólo desde esta libertad nos puede salir algo bueno.” Álvaro me dijo que él pensaba lo mismo, por lo tanto fuimos con ese mensaje a las productoras y nos dieron carta blanca, o luz verde, no sé, una de las dos.

Así que Álvaro y yo empezamos a escribir sin la menor indicación de nadie sobre el tema o la orientación de la película. En nuestras primeras reuniones salían conceptos como el de road movie y que tenía que ser una comedia “no-de-pedos”. Me cuesta decir que queríamos escribir una “comedia inteligente”, aunque ese era en realidad nuestro objetivo, lo cierto es que en público me vale con decir que no queríamos hacer una “comedia gamberra” (¡arg!).

El primer tratamiento que hicimos iba sobre un hombre divorciado que llevaba a su hijo a una localidad playera para que pasara el verano con su madre, y a la vuelta, este protagonista recogía en un bar a un tipo que estaba haciendo auto-stop y juntos se iban en coche por la carretera, hablando e improvisando sobre la marcha hasta acabar jugando en el Campeonato de España de Billar Bola Ocho. Los personajes se llamaban Gustavo y Rafa.

Hubo más de una variación en esa línea. Con eso quiero decir que ni siquiera el fútbol estaba presente en la génesis de la historia, mientras que sí había una idea de viaje, y un personaje llamado Rafa.

A lo largo de varias versiones de esta idea surgieron importantes conceptos centrales que queríamos abordar Álvaro y yo. El principal creo que era la idea de tener 40 años y tener miedo en la vida, concepto enunciado claramente por Álvaro. Y entonces nos dimos cuenta que nuestro armazón no era lo bastante sólido como para narrar un tema de esa ambición. Que se nos quedaba corto lo del auto-stop y el campeonato de billar.

Decidimos hacer que los protagonistas de nuestra película fueran otra cosa, ¿qué podían ser? Pues al final decidimos que fueran árbitros (un árbitro y un linier, concretamente). El árbitro nos parecía un personaje tragicómico muy nuestro, muy español, y además era ideal para una tragicomedia que podíamos conducir hacia la épica (una épica que Álvaro se encargaría de llevar al sumum al rodar el partido del final de la película).

Total que, ilusionados con esto, parimos una enésima versión del guión. Por lo general, escribíamos y nos corregíamos mutuamente, como se suele hacer en estos casos. Yo dialogaba bastante, quiero decir que escribía bastantes diálogos, y concretamente me salió un diálogo hacia el final de la película, durante el partido de fútbol en cuestión, en el cual el protagonista (que a estas alturas se llamaba ya José Luis) le gritaba a su amigo linier: “¡No me jodas, Rafa!”

Cuando Álvaro leyó esta parte, esbozó una leve sonrisa, y como comentario de pasada me dijo: “Ah, esto lo has puesto por lo del partido aquel.” Y yo contesté: “¿Qué partido?”

Soy la persona más inculta futbolísticamente que hay en España, cosa que me da vergüenza reconocer pues me gustaría saber algo más de fútbol y sobre todo me gustaría no quedarme fuera de tantas conversaciones, pues ya me quedo habitualmente fuera de muchas, y esta carencia no hace sino empeorar la situación.

Yo no sabía nada de ningún árbitro que hubiera gritado esa frase, ni mucho menos que aquella anécdota se hubiera hecho famosa. A Álvaro le pareció gracioso sin más (tanto la frase en el guión como mi ignorancia al respecto), lo dejamos pasar y seguimos hablando de cuestiones seguramente más importantes.

Otra cuestión que entonces nos parecía importante era que no se supiera que los protagonistas eran árbitros hasta el segundo acto de la película. Así era sobre el papel: se presentaba a los personajes y no se sabía a dónde iban hasta bien avanzada la trama. Puede que fuera una ingenuidad (y de hecho a esa conclusión llegamos por nuestra cuenta, avanzando bastante esta revelación en una de las últimas versiones del guión), pero lo señalo simplemente como dato a tener en cuenta sobre lo que era la génesis y los objetivos de nuestra historia.

Para este momento, el triángulo financiero de la película ya se completaba con la productora y distribuidora Sony Pictures. La presencia de Sony Pictures aportaba gran entusiasmo y perspectivas para la película.

Lo que no veíamos venir es que para Sony, nuestra película era una película de cachondeo para consumo masivo sin pretensiones ni expectativas. Era una “comedia gamberra” (¡arg!). Como prueba máxima de esta visión, Sony dijo que la película tenía que llamarse “Rafa, no me jodas.”

Esto nos provocó a Álvaro y a mí un grave ataque de ansiedad, más grave aún en el caso de Álvaro pues estaba a punto de empezar a rodar y tenía que enfrentarse cara a cara con los productores.

Nuestro guión había empezado con el título de “Intermitentes”, y luego cuando se convirtió en la historia de dos árbitros lo llamamos “Un pitido constante” (porque el protagonista además padecía –y padece- un molesto pitido en el oído). Para Sony, estos dos títulos eran demasiado “intelectuales”, demasiado “de autor”. No aptos para sus planes. Estaban seguros que con “Rafa no me jodas” iban a dar la gran campanada. Arg.

Nos decían que nosotros a lo mejor sabíamos de escribir guiones, pero no de vender películas. Que los expertos en márketing eran ellos. Pero a pesar de que una distribuidora tan poderosa tiene la capacidad de decidir incluso el título y la imagen de una película, hay un factor que está por encima y que es la integridad moral del autor, o autores en este caso. Con la ayuda de nuestra abogada dijimos que “Rafa no me jodas” era un título intolerable.

Sony nos pidió que propusiéramos alternativas. Pensamos en “Pérez”, pero por supuesto también era demasiado “de autor”. Además menos mal que no llegó a usarse porque al poco tiempo se estrenó la película del Ratón Pérez, que para más inri era (y es) el apellido de nuestro protagonista, por mucho que le pese a algún crítico que, de haberse dedicado a escribir guiones o a tener autoridad sobre los guiones de otros, no habría permitido que este detalle superara su inefable “control de calidad”.

Pero en fin, prosigamos. Muy pronto nos dimos cuenta Álvaro y yo de que sólo iban a aceptar un título que estuviera en “su terreno”, que jamás aceptarían un título de los que a nosotros nos podría gustar. De manera que, eligiendo el menos malo de los posibles males, y cerrando los ojos, lanzamos al aire la propuesta de “Salir pitando”, que efectivamente les gustó mucho. Y aún así, desplegaron todo su poderío para que “Rafa no me jodas” fuera un leit motiv ubicuo pegado al título de la película y a su campaña promocional por los tiempos de los tiempos.

Un título, una campaña, una imagen en definitiva, elaborada sobre aquella bonita máxima de que “nadie se ha arruinado nunca minusvalorando el gusto del público”, o dicho de otra manera: hecha sobre la base de que el público es idiota y el sábado por la noche en el multisalas igual se equivoca y se mete en nuestra película.

La gente, sin embargo, es mucho más lista que eso. Ve venir este tipo de jugadas a kilómetros de distancia.

Álvaro y yo intentamos pelear, dentro de nuestras limitadísimas limitaciones a estas alturas, alegando que nuestra película no era para el consumo masivo de chavales buscando cachondeo, que no era de mocos y pedorretas. Les pedimos que vieran y apostaran por la película mucho más pequeña y "adulta" que humildemente queríamos hacer. Pero fue inútil.

Todavía las cifras no han confirmado si el público ha caído en esta trampa. Lo que sí sabemos es que la crítica, o algunos críticos, sí han caído en ella. Según los críticos, esta película se generó en a partir de la anécdota de “Rafa no me jodas” (cuyo autor es un árbitro cuyo nombre todavía yo ni sé), eso para la crítica es una verdad informativa de las buenas, buenas de verdad.

Además, no se sabe si paralelamente o cómo, “Salir pitando” es, según la realidad que Álvaro y yo hemos conocido gracias a la inestimable ayuda de la crítica, una película en la misma línea de “Días de fútbol” o “El penalti más largo del mundo.” Cintas muy respetables ambas, pero acerca de las cuales yo me preguntaría qué tienen en común con “Salir pitando”, deseo que alguien me haga un razonamiento argumentado de paralelismos o ideas afines. Ah, que en ellas está de un modo u otro el tema del fútbol. Ah, claro. Se trata de ello. Qué gran paralelismo. Qué gran capacidad para el análisis.

Por cierto, ya sabéis que esta semana se estrena “Trece rosas”, esa comedia que aprovecha el tirón de otras comedias como por ejemplo “La vaquilla”. Porque transcurren en la Guerra Civil.

“Salir pitando” es una película sobre dos tipos que se pasan la película hablando y perdiendo aviones, y al final saltan a un campo de fútbol donde arbitran un partido durante siete minutos de metraje de película.

Aparte de otras cosas, tiene dentro una carga de amargura hecha arte por Guillermo Toledo y Javier Gutiérrez, cuyos trabajos sobresalientes, raros de ver, han quedado sepultados bajo el peso extraño de un malentendido provocado a sabiendas por unos, y por la ignorancia de otros.

Pero la película que Álvaro y yo queríamos hacer está dentro de “Salir pitando”. (Con sus defectos, que los tendrá, tampoco trato de decir que somos genios incomprendidos.) Pero ese es nuestro pequeño éxito. Sin acritud, ¿eh

Adiós a Quart

Ahora que ya está claro que no van a grabarse más capítulos de Quart, es inevitable pensar qué podríamos haber hecho para que la serie hubiera gustado más.
Aunque a lo mejor, como sostiene otro guionista de la serie, Carlos Molinero, darle vueltas a este tema es perder el tiempo porque, en realidad, no había nada que hacer. Según él, “hay que asumir que ahora nadie quiere ver las aventuras de un cura investigador, y ya está. Hubiera dado igual que la serie fuera mejor o peor”. Algo similar me dijo días después la productora.
Y puede que tengan razón. Porque una cosa es hacer una buena audiencia con el primer capítulo y que después la serie se desplome (lo que indica que el concepto despertaba curiosidad, aunque luego decepcionara) y otra muy distinta empezar ya directamente mal, como nos ocurrió a nosotros. Así no tienes ni una oportunidad de convencer, y más si a partir del cuarto capítulo, viendo los malos resultados, te “exilian” a las 23:30 de la noche y te cambian de día.

De todas maneras, como soy un tanto obsesivo, no puedo evitar pensar en qué podríamos haber hecho mejor. Y estas son algunas de las conclusiones a las que he llegado (que espero poder aplicar en futuros trabajos):

-Si sabes que tu primer episodio es el más flojo con diferencia de los que has grabado… lo mejor es tirarlo a la basura y grabar otro totalmente distinto. Si no disfrutan con el primero, los espectadores ya no van a estar ahí para el segundo, y mucho menos para el tercero (y Quart, como se ha comentado varias veces en los comentarios de este blog, mejora mucho a partir del segundo capítulo, y más todavía del tercero en adelante; lástima que prácticamente nadie los haya visto).

-Un guión con graves problemas estructurales no se arregla “parcheándolo”. Las reescrituras, a no ser que sean muy radicales, arrastran siempre los problemas iniciales. Un cojo con una muleta sigue siendo un cojo. Aunque gracias a ella consiga caminar, nunca podrá correr.

-En televisión lo que importa es, en primer lugar, la historia, y después, las emociones que transmiten los personajes. Sacrificar legibilidad o intensidad a cambio de una supuesta espectacularidad en la puesta en escena es perder el tiempo. Prácticamente a nadie le importa si has rodado en cine o en vídeo, en decorados o localizaciones naturales, o todas las carreras que te eches con la steadycam. Ya que no contamos con grandes presupuestos, intentemos contar con grandes emociones.

-Plantear una continuación de una novela de éxito en televisión pensando que va a servirte como reclamo, es una ingenuidad. Aunque Quart no ha sido ni mucho menos un éxito, la han visto diez veces más espectadores que lectores tuvo La piel del tambor. Pero lo malo es que muchos de ellos comenzaron a ver la serie con la desagradable sensación de que, a pesar de que estaban ante el capítulo 1, habían pillado la historia empezada.

-Los “puzzles” detectivescos cuanto más sencillos, mejor. Lo que importa no es la complejidad de la investigación (que casi nadie se molesta en seguir con verdadera atención), sino lo que está en juego si esta no llega a buen puerto. Más exactamente, quién tiene algo que perder si las cosas van mal.

La verdad es que los primeros capítulos son muy difíciles. Sabes que te lo juegas todo y sin embargo muchas veces se graban cuando todavía no se tiene demasiado claro qué tipo de serie se tiene entre manos. Además, hay que presentar tantas cosas (los personajes, la trama arco) que no suele quedar mucho espacio para que la historia de ese capítulo "respire". Por eso es bastante habitual que o se descarten enteros (como pasó con el de Heroes, que ahora puede verse en la caja que recopila la primera temporada) o que se remonten incluyendo nuevas secuencias (es el caso de Perdidos). Pero a veces no se sabe reaccionar a tiempo y muchas series con gran potencial nacen heridas de muerte (como le pasó a Josh Whedon y su Firefly, con aquel aburridísimo primer episodio, que tan poco tenía que ver con lo que venía después) e incluso si consiguen sobrevivir no es gracias a su primer episodio sino casi pese a él (recuerdo ahora el horrendo debut de Babylon 5, una serie que luego me interesó mucho).

En fin… qué se le va a hacer. A mí, viendo el último capítulo, que deja todas las tramas abiertas, me ha dado pena no haber podido seguir escribiendo las aventuras de Quart. Porque además de que estoy convencido de que habríamos acabado escribiendo una serie bastante interesante, me produce una sensación extraña dejar a los personajes ahí, congelados (abandonados, en realidad) en un momento en el tiempo, esperando una resolución que nunca va a llegar.

(Y, ya que sé que hay lectores de este blog que han seguido la serie, voy a contar cómo pretendíamos acabar la primera temporada: en el capítulo 12 el ahora cardenal Aguirre y su grupo Iter Ad Deum intentarían matar al Papa durante una visita a Madrid, y, aunque solo conseguirían dejarle en coma, se las arreglarían para que la policía creyera que uno de los culpables era Quart. De esta manera, desprestigiarían también al jefe de Quart, Spada, con lo cuál Aguirre tendría mucho más fácil conseguir su objetivo final: convertirse él mismo en Papa y devolver a la iglesia a un estado preconciliar, empapado de espíritu de cruzada. En cuanto a la trama sentimental, nuestra intención era que Quart se planteara seriamente dejar de ser sacerdote para poder estar con Macarena, y que incluso llegara a decírselo a Spada. Pero, en el último momento, ella elegiría a Sangro y la situación volvería a quedar, por así decirlo, en tablas).