miércoles, 2 de abril de 2008
La Guerra Civil
Ha dado la casualidad de que estos últimos días he leído dos obras ambientadas en nuestra Guerra Civil: una novela, “Los girasoles ciegos”, de Alberto Méndez, y el segundo álbum de la serie de cómic “36-39. Malos tiempos” de Carlos Giménez. Ambas además están estructuradas de una forma similar: recopilan varias historias cortas que pueden leerse de forma independiente, si bien se disfrutan más (aunque no sé si “disfrutar” es la palabra) leídas del tirón. Asimismo, comparten un tono muy duro y desesperanzado y una estructura juguetona, de ejecución difícil, que pese a su brillantez, no se interpone entre el lector y lo narrado. Dicho de otra manera: al leerlas uno tiene la sensación de que es exactamente así y no de otro modo como tenían que contarse estas historias. A mí las dos me han gustado mucho; me han hecho pasarlo mal, me han emocionado, me han cabreado… me han removido, que es de lo que se trata (aunque reconozco que la última historia del álbum de Giménez, “Sito”, un poco más y no la puedo acabar de leer…).
Y también me han recordado lo mucho que me toca las narices ese topicazo de que “en el cine español hay demasiadas películas sobre la Guerra Civil”. Cosa que no es cierta (y sólo hay que mirar la cartelera), pero que, si lo fuera, no sé qué tendría de malo. ¿Qué es lo que buscamos aquellos que nos dedicamos a contar historias? Experiencias al límite, conflictos intensos, emoción… ¿y en qué situación se vive (y se muere) de forma más intensa que en una guerra? ¿en qué otra se pone más a prueba nuestra verdadera esencia? Y con “guerra” no me refiero sólo al campo de batalla, sino a su a veces mucho más desoladora periferia. Precisamente el territorio que habitan este cómic y esta novela.
La duda ahora es si la adaptación al cine de “Los girasoles…” escrita por Rafael Azcona (creo que fue su último trabajo) y que al parecer ya está rodada, será capaz de transmitir esa sensación de terrible hiperrealidad que comunica la novela. Ya veremos.