miércoles, 13 de septiembre de 2006

HABLANDO CON GUIONISTAS (4)

Firma como “EL PIANISTA EN UN BURDEL”, y escribe un blog sobre el mundo del guión donde pueden leerse más verdades acerca de nuestro trabajo que en todos los manuales de escritura juntos. Quizá por eso se niega a dar ni una sola pista sobre su identidad. Yo lo he intentado, pero nada, no ha habido manera.

DM: ¿Crees realmente que si tus jefes supieran que eres "el pianista" podrían llegar a despedirte?

P: Los productores no necesitan excusas para despedir a un guionista, así que mejor no darles ideas, que mira lo que le pasó a Christine Axsmith o a Mark Jen.

DM: ¿Los guionistas de tele son un poco como los políticos, que tienen que respetar la "disciplina de partido"?

P: Cuando se escribe en equipo, es fundamental que todos los miembros tengan una visión común, lo que se consigue gracias a la biblia y al coordinador. Pero más que respetar una disciplina, se trata de mantener la coherencia en el tono y en los personajes, que permita al espectador identificarse con la serie. Pero una vez fijados unos criterios comunes, se llega a trabajar con bastante libertad. Es como componer todas las canciones que uno quiere, pero dentro de una sola tonalidad.

DM: Bueno, en realidad más que a cómo se hace el trabajo, me refería más bien a si se puede hablar luego con libertad de ese trabajo en Internet, entrevistas, etc. Cosa que creo nunca ocurre, a no ser que se haga, como en tu caso, bajo pseudónimo. Si uno se cree todo lo que lee, especialmente poco después del estreno de una serie o una película, todo ha ido siempre sobre ruedas, los miembros del equipo lo han pasado de miedo trabajando juntos, no hay a quien no le guste el resultado final... y nosotros sabemos que las cosas no son siempre así. Bueno, al menos en mi experiencia, más bien casi nunca son así. Por otra parte, yo trabajé una vez con un director que decía siempre "sin fricción no hay creación". Y algo de razón tenía.

P: Un punto de vista interesante, el de ese director. Sí que tiene cierta razón.
En cuanto a hablar del trabajo, es cierto que existen restricciones. En primer lugar, muchos contratos de guionista incluyen una cláusula específica de confidencialidad. Es lógico, dado que la originalidad y la sorpresa siempre son valores añadidos en un producto audiovisual. Por otro lado, como nuestro éxito depende de la aceptación del público, hay una cierta preocupación en la industria por ofrecer una imagen positiva.
Hay que tener en cuenta, además, que esta industria es muy, muy pequeña. Más o menos, todo el mundo se conoce. Y en este país, la autocrítica y el reírse de uno mismo no son valores en alza, así que resulta arriesgado ir contando anécdotas sobre fricciones y meteduras de pata. En mi caso, siempre intento hacerlo con humor. Primero, porque yo también tengo mis momentos patéticos. Y también porque no somos cirujanos: si cometemos un fallo, nadie se muere. Así que, salvo excepciones, las pequeñas miserias que ocurren entre bastidores son más motivo de risa que de preocupación o de noticia.
En cualquier caso, siempre he pensado que esas anécdotas sólo nos interesan a los profesionales. El público no paga por conocer los detalles de nuestro trabajo, sino el resultado. Por eso detesto los making of. Para empezar, nunca cuentan realmente cómo se hizo. Y además, ¿a quién le importa? El espectador de un truco de magia siempre se pregunta ¿cómo ha hecho eso? Pero, en realidad, prefiere no saberlo. Porque la explicación de un truco siempre es decepcionante comparada con el truco mismo.

DM: Lo malo de los "makings of" es que en realidad son publireportajes disfrazados de documentales. Lo que sí he visto a veces es que a algunos guionistas novatos les crean unas expectativas algo... irreales quizá... respecto a la profesión. Yo desde luego no tenía ni idea de cómo eran las cosas realmente antes de empezar a trabajar profesionalmente. Y mira que había leído todo lo que se podía leer sobre guión (aunque también es cierto que entonces había menos que ahora, ¡estamos hablando de la era pre Internet!) ¿La tuya fue una experiencia parecida? Ya que estamos... ¿cuántos años tienes? ¿eres de mi quinta o más joven?

P: Mi experiencia fue algo distinta. Aunque mi vocación siempre fue escribir, mi primer empleo en la tele fue como realizador. De modo que, cuando me tocó escribir para una serie, ya estaba familiarizado con la economía stajanovista que caracteriza la producción audiovisual española, no me hacía ilusiones de escribir con total libertad.
En cuanto a la edad, lo más que te puedo decir es que la cifra está compuesta por dos números primos... De momento.

DM: ¿Y en cuanto a créditos, qué has hecho? ¿Sobre todo televisión o también cine?


P: ¿Créditos? Jamás pedí ninguno. Esa fiebre nacional de hipotecarse no va conmigo. Lo más que he hecho es sablearle un millón de pelas a un tío político para financiar un corto. Y no se lo recomiendo a nadie. Porque como decía Max Bialystock, hay dos reglas de oro en el mundo del espectáculo. La primera: nunca pongas tu propio dinero en el show. Y la segunda: ¡NUNCA PONGAS TU PROPIO DINERO EN EL SHOW! Postdata: ya sé que me estabas preguntando otra cosa.

DM: ¿Y por qué un blog? ¿cuándo decidiste empezar a escribirlo?


P: Por egolatría, porque soy un bocazas, y porque mi profesionalidad me impide meter paja en los guiones, pero nadie me impide verterla en Internet bajo pseudónimo... Y ya en serio: empecé este blog en noviembre de 2005 porque creía que la visión de un profesional podría ser interesante para la gente que se dedica (o se quiere dedicar) a esto y, hasta cierto punto, también podría aportar cierta perspectiva a espectadores que se interesasen por el proceso creativo.

DM: Y alguna vez, según el blog se ha ido haciendo más popular, no te han entrado ganas de decir... " ¡El pianista soy yo!".

P: Te agradezco que digas que el blog es popular, pero aún está lejos de estimular mi vanidad hasta el punto de quitarme la máscara.
Por otra parte, sería una pequeña traición, ¿no? Tendré que hacer una encuesta entre los lectores, a ver si quieren que mantenga el disfraz, o prefieren conocer mi vulgar identidad.