martes, 28 de septiembre de 2010

Lo importante no es serlo, es parecerlo.

Compré la novela de vampiros posapocalíptica The Passage picado por las primeras reseñas que se publicaron de ella (poco menos venían a decir que era “la mejor novela de vampiros” de los últimos 50 años) pero también porque tenía curiosidad por saber si podía tener algo en común con un proyecto de cómic que estoy escribiendo. Y, aunque en seguida me di cuenta de que afortunadamente no se parece nada a mi historia, seguí leyendo esperando pasar un buen rato con sus casi 800 páginas. Pero no. He tenido que dejarla más o menos en la página 400. No podía más. Mira que yo no soy de abandonar libros (creo que no lo había hecho desde hace un lustro por lo menos), pero es que me estaba aburriendo como una ostra. Cuando una novela te ha dejado de interesar y tienes que obligarte a seguir leyéndola como si fuera una de aquellas lecturas obligatorias del instituto… es mejor pasar a otra cosa.
The Passage, además de aburrida, está escrita regular tirando a mal, con una extraña mezcla de pedantería y vulgaridad de best seller del montón; escenas sin interés que deberían durar dos páginas se alargan una decena y otras mucho más importantes se resuelven en tres frases; se dedican párrafos y más párrafos a desglosar la vida y milagros de personajes que no tienen ninguna importancia mientras los supuestos protagonistas siguen siendo un enigma; tiene una trama que al menos durante esas primeras 400 páginas no parece no tener ni pies ni cabeza (y en la que todo lo que ocurre se justifica con ambiguas explicaciones pseudo místicas al más puro estilo Perdidos); todo suena a visto o a leído (los vampiros y su mundo tienen una deuda importante con la última versión cinematográfica de Soy Leyenda); los personajes no son más que una acumulación de clichés de mala televisión y encima, es la primera parte de una trilogía. Vamos, que después de 800 páginas… ¡resulta que todo era un prólogo! Por lo que he leído en Internet, lo acabas y te quedas como estabas. Eso sí, parece que ha vendido muy bien (no he sido yo el único que ha picado), y antes de su publicación la productora de los hermanos Ridley y Tony Scott ya había comprado los derechos para adaptarla no sé si al cine o la televisión.
 
Para “desintoxicarme” de tanta pretenciosidad he leído después una de las novelas de Hellboy que tenía por casa desde hace no sé cuánto tiempo. Las compré casi todas por fijación con el personaje, pero hasta ahora solo le había hincado el diente a las dos primeras (que por cierto, no estaban nada mal). La que he terminado ahora se llama The God Machine y su autor es Thomas E.Sniegoski. En ella, Hellboy se enfrenta a una secta que está empeñada en conseguir que un “Dios” que se encuentra atrapado en otra dimensión, logre encontrar la manera de huir de su “prisión” y de hacerse con un cuerpo que le permita sobrevivir en nuestro mundo.
Casi lo que más me ha gustado de ella es que es el “anti” The Passage. Cuenta una historia imaginativa y bien construida, repleta de buenas ideas, va al grano, es emotiva  pero también divertida, y no derrocha páginas con asuntos que no vienen a cuento. Su único defecto es inherente a su condición de lo que los americanos llaman “Media Tie-In”. Paradójicamente, su supuesto protagonista, Hellboy, pinta bastante poco en la historia y se limita a ir dando porrazos por ahí de vez en cuando. De hecho, su aparición en el clímax resulta un tanto forzada. Es lo malo de tener que escribir una novela con un personaje que no puede evolucionar ni al que tampoco puede ocurrirle nada lo suficientemente importante como para que se tenga que hacer alusión a ello en el resto de sus “productor derivados”. Pero como en realidad, más que una novela de Hellboy es una novela del B.P.R.D (para los no iniciados, una especie de F.B.I. de lo sobrenatural junto al que Hellboy combatió el mal durante años), tampoco importa demasiado. Además, Sniegoski se las arregla para atajar el problema creando una galería de secundarios memorables (todos los que componen la secta, por Ej.) a los que sí que puedes ocurrirles de todo, y dándoles más “papel” a personajes que en la serie de cómic de Hellboy apenas tienen protagonismo, como el director del B.P.R.D., Tom Manning.
Tampoco quiero que me malinterpretéis. The God Machine es una novelilla. “Pulp” moderno del de verdad. Y no solo por el formato de bolsillo y su portada ilustrada. Se trata de un entretenimiento sin más que se lee en dos patadas. Eso sí, no da gato por liebre. The God Machine es lo que parece: una novelilla entretenida. No como The Passage, que queriendo ser un novelón, resulta ser una novelucha.