jueves, 22 de junio de 2006

HABLANDO CON GUIONISTAS (1)

Cada vez que acabo de dar clase en un taller de escritura de guión, son muchos los alumnos que me dicen que se sienten decepcionados. Por supuesto, me insisten en que conmigo les ha ido bien… y que quienes les han fallado han sido los otros profesores (¡seguro que les cuentan lo mismo a todos!). Pero... ¿qué es exactamente lo que esperaban? ¿a qué se debe esa sensación generalizada de que no se les ha dado lo que querían? Porque aunque es cierto que también hay muchos “cursos timo”, estoy convencido de que la mayoría se montan con la intención de conseguir que los alumnos aprendan todo lo que van a necesitar si deciden intentar convertirse en guionistas profesionales. Para hablar de ello, abriendo de paso nueva sección en el blog, he intercambiado varios e-mails con Carlos Molinero, guionista de series de televisión (Querido Maestro), de películas (Cosas que hacen que la vida valga la pena), director del largo Salvajes y del documental La niebla en las palmeras, y profesor en varios talleres de escritura de guiones. Además, en estos momentos estoy trabajando con él en un proyecto de serie para Antena 3 y en otro de largometraje. De ambos espero poder contar algo más aquí dentro de poco.

DM: Supongo que también te habrá ocurrido a ti. ¿Qué es lo que pasa para que cuando acaban las clases siempre haya tantos alumnos que se quejan porque estas no han cumplido sus expectativas?

CM: Lo que yo noto muchas veces en los talleres es cierto grado de frustración creativa, más que disgusto ante lo que han aprendido. Me temo que la gente piensa que escribir un guión es algo más fácil de lo que realmente es.

DM: Eso es algo que también he notado yo. Es muy diferente pensar en escribir un guión a ponerse delante del ordenador y escribirlo. Antes de comenzar a dedicarse a esto, poca gente se da cuenta de las horas que hay que echar para lograr juntar cien folios medio legibles. Además, incluso cuando se consigue, el proceso puede resultar muy frustrante, mucho más de lo que es por Ej. escribir prosa.

CM: Lo más importante es que el guión no es el final del proceso. Parafraseando a Feyman, llevándomelo al terreno de la escritura cinematográfica, yo diría que el guión es a la literatura, lo que la masturbación es al sexo. En cualquier curso de escritura creativa de otro tipo lo que obtenemos al final es algo definitivo.
Ahí somos los dioses que manejamos la herramienta del lenguaje como nos da la gana y es algo plenamente satisfactorio. El guión es sólo un paso intermedio para que venga alguien después y utilice las herramientas cinematográficas para dar vida a nuestros personajes. Es un camino intermedio, algo inacabado. Además en la mayoría de los talleres casi nunca se llega a la fase de escritura
de diálogos. El trabajo duro, que es el verdadero curro del guión, es construir la escaleta. Y ese es un proceso que exige mucha creatividad, pero también mucho esfuerzo intelectual.

DM: Pensar la historia, imaginarla a rasgos generales, es mucho más divertido y menos exigente que transformarla en “cine”, preocupándose de que por Ej. tenga tres actos bien construidos y de que tenga una duración más o menos estándar. Tú mismo me decías hace poco que cuando empiezan a faltar los alumnos en un taller que das desde hace varios años, es precisamente cuando comenzáis a escaletar el guión.

CM: Escaletar es como resolver un problema de matemáticas que te ha
puesto un profesor esquizofrénico. Ante ese curro de estructurar la peli, de escribir y reescribir la escaleta, los alumnos se agotan, ven que es un trabajo lento y pesado que no llega a ningún sitio, que no se puede enseñar con orgullo.

DM: Antes de empezar a escaletar, en las clases teóricas, los alumnos tienen la sensación de que están aprendiendo, aunque sea sólo porque están familiarizándose con conceptos que no conocían antes. Pero en realidad, la teoría básica que hace falta “saber” para escribir un guión se acaba pronto, lo complicado es ponerla en práctica. Encima es algo que resulta tremendamente laborioso. Y lo peor es que, por muchos años que lleves escribiendo, nunca resulta fácil. ¿Crees que se puede hacer algo para evitar que casi siempre se llegue al mismo punto en los talleres?

CM: Yo intento al principio de los talleres dejar claras algunas cosas para preparar a la gente ante el proceso de escribir un guión. Todos vemos fallos en los guiones fácilmente y eso nos hace creer que somos muy listos. Gran error. Todos reconocemos una buena réplica y eso nos hace pensar que podríamos escribirla.
Gran error.
A mí me parece que en esto de las clases de guión hay que ir en plan Ralph Macchio en Karate Kid. Dar cera y pulir cera, sin esperar resultados inmediatos. Aunque como lo de escribir guiones no es algo cinematográfico, puede que tras haber estado limpiando la casa de Pat Morita tres meses, llegue la pelea final y
el malo de turno te ponga la cara como un pan.

DM: Si a algo tiene que aprender el guionista es a convivir con el fracaso… muchas veces, las cosas no salen a la primera, y otras, no salen nunca.

CM: Eso es algo fundamental que hay que enseñar en un taller. Meter la pata es normal, fracasar es el principio para poder arreglar y escribirse cuatro o cinco versiones de un guión es lo habitual. Y no me enrollo más, que tengo que pegarme con una escaleta.(Dal cela, pulil cela).