domingo, 16 de diciembre de 2007

Una recomendación


Let the right one in es la mejor novela de vampiros que he leído en mucho tiempo. Se trata del primer libro del sueco John Ajvide Lindqvist y lo malo es que todavía no ha sido publicado en España. Yo lo compré a través de Amazon tras leer una reseña bastante entusiasta en la revista SFX. La historia comienza cuando Oskar, un chaval de 12 años que las está pasando putas en su colegio por culpa de una pandilla de matones, hace amistad con Eli, una niña que acaba de mudarse a su edificio de apartamentos y que resulta ser una vampiro de 200 años. Lo que ocurre después es, además de poco previsible, muy emocionante y también muy emotivo, pero de una emotividad seca, que cala hondo, y más bien poco amiga de sensiblerías (está a años luz de las novelas de vampiros de Stephenie Meyer, afortunadamente). Aunque tiene 500 páginas, parecen 200. Y si bien no deja de ser literatura vampírica en el sentido más clásico de la definición -sus páginas son herederas directas del Drácula de Stoker, unas tataranietas rockeras, por así decirlo-, es lo bastante original en suficientes aspectos como para sorprender incluso al lector más resabiado. La mezcla de costumbrismo con fantástico, y el tono, realista, duro, y en ocasiones algo perturbador (menuda escena en la que se revela el secreto del origen –y la sexualidad- de Eli) recuerda en ocasiones al mejor Stephen King sin que Lindqvist llegue a imitar su estilo en ningún momento. Algo a lo que ayuda que la historia transcurra en 1981 muy cerca de Estocolmo. Después de tantos años leyendo novelas y cuentos fantásticos ambientados en Inglaterra y los Estados Unidos, se agradece un cambio de escenario. Y como me da que lo que acabo de escribir puede dar la impresión equivocada respecto al público al que se dirige el libro, aclaro que Let the Right One in no es una novela juvenil pese a que su protagonista sea un preadolescente. Lo que no quita para que esté convencido de que se habría convertido en uno de mis libros preferidos si hubiera llegado a caer en mis manos cuando tenía trece o catorce años (como lo fueron entonces Fantasmas, de Peter Straub o Apocalipsis de King, que leí con el título La danza de la muerte, ambos bastante crudos y escritos con un lector adulto en mente). Pero ese es otro tema.