miércoles, 25 de febrero de 2009

Adaptaciones

El otro día vi en el cine "El lector", y, como tenía curiosidad por saber si era muy distinta la película del libro de Bernhard Schlink en la que está basada, empecé a leerlo ayer. Como llevo sólo 50 páginas, de momento lo único que puedo decir es que la secuencia en el presente con Ralph Fiennes no existe en el libro tal cual (aunque sí que la narración es también un recuerdo de su personaje contado en primera persona). Pero en las primeras páginas me he encontrado con un ejemplo muy claro de un problema con el que nos solemos encontrar a menudo los guionistas cuando adaptamos una obra literaria: en bastantes libros, sobre todo cuando están contados precisamente en primera persona, muchos diálogos que resultan cruciales para comprender lo que ocurre no están escritos. Simplemente se comenta que se dijo “algo”, un “algo” que además condujo a otro “algo”, sin detallar exactamente qué fue ese “algo”. Son diálogos sugeridos, y muchas veces al terminar el libro podemos tener la sensación de haberlos leído realmente aunque en realidad nunca estuvieran allí. Recuerdo un autor al que adapté que resolvía el clímax de su novela con una discusión entre dos personajes que describía con un «se dijeron cosas tremendas, dolorosísimas, y al final “A” no tuvo más remedio que darle la razón a “B”». Vamos, que aquella frase acabó transformada en una escena de tres folios que los guionistas tuvimos que inventar completamente. Y cuidado, no estoy diciendo que hacer cosas así no sea correcto cuando estás escribiendo una novela. Todo lo contrario. Precisamente una de las cosas que diferencian al cine de la literatura es que ésta última puede describir mejor los procesos internos y pasar por encima de los externos -se priorizan los "porqués" por encima de los "qués"-, algo que casi siempre le está vetado al cine (a no ser que uses una voz en off; una herramienta que casi siempre suele quedarse corta si se quiere ser sucinto o resultar pesada o redundante si se abusa de ella). En este ejemplo de "El lector", en el libro el personaje de Schlink dice que no recuerda lo que le dijo a Hanna la primera vez que fue a visitarla. Y sin embargo en el guión de David Hare, como no era plan de hacer una escena muda, éste recuerda exactamente qué se dijo en aquel momento tan importante (su impacto en el protagonista es enorme; alrededor de él pivota el resto de la historia) y seis líneas –si eliminamos las descripciones del mobiliario, etc.- se convierten en una escena de dos folios.

La novela:



El guión (la pena es que no he podido encontrar una versión en español y que al pegarlo aquí se ha perdido el formato):

EXT. BANHOFSTRASSE. DAY

MICHAEL is standing holding a small bunch of flowers. He is
looking puzzled at a row of bells with numbers only. The
woodyard is busy. WORKMEN come out of the building.

INT. STAIRS & LANDING. BANHOFSTRASSE. DAY

MICHAEL comes up the stairwell, once grand, now in decay -
green linoleum and faded red paint. The sound of a
sentimental song at the open door of a small apartment.
Inside, HANNA is ironing in a sleeveless smock, blue with red flowers. Her hair is fastened in a clip. She looks at him a moment.

HANNA
Come in.


INT. HANNA’S APARTMENT. DAY

The flat is without decoration, an enfilade of small rooms. A stove, a sink, a tub, a boiler, a table, a few wooden chairs. There is no window, just a balcony door to let light into the room. HANNA carries on ironing.

MICHAEL
I brought you these flowers. To say
thank you.

HANNA
Put them down there.

MICHAEL puts them beside the sink. HANNA has a blanket and a cloth over the table : nothing disturbs her rhythm, as she irons one piece of laundry after another, then folds it and puts it over one of the chairs.

MICHAEL
I would have come earlier, but I’ve
been in bed for three months.

HANNA
You’re better now?

MICHAEL
Thank you.

HANNA
Have you always been weak?

MICHAEL
Oh no. I’d never been ill before.
It’s incredibly boring. There’s
nothing to do. I couldn’t even be
bothered to read.

HANNA carries on ironing. He is becoming as comfortable with the silence as she is. She starts ironing a pair of knickers.

He watches her bare arms moving back and forth. She looks broad-planed, strong. She is at peace with being watched. She puts one pair of knickers down, then does another. Then she upends the iron.

HANNA
I have to go to work. I’ll walk
with you. Wait in the hall while I
change.