sábado, 10 de abril de 2010

La isla interior

Por una vez estoy de acuerdo con la mayor parte de los críticos. A mí también me ha gustado “La isla interior”, la última película escrita y dirigida por Dunia Ayaso y Félix Sabroso.

La película cuenta la historia de tres hermanos de casi cuarenta años cuyo padre es esquizofrénico. Aunque no todos muestran indicios de que sea así, los tres hijos viven (o más bien, malviven) continuamente con el miedo a haber heredado su enfermedad. Pero su mayor problema no es ese sino la actitud de su madre, que en algún momento debió decidir que su vida iba a ser perfecta, y se ha empeñado en vivir como si lo fuera en contra de toda evidencia. Así, no solo niega constantemente la gravedad de la enfermedad del padre (empeñándose en creer incluso que algún día va a “curarse”), sino que no está dispuesta a considerar siquiera la posibilidad de que alguno de sus hijos pueda ser realmente infeliz. Y los tres pobrecillos, de forma más consciente en algunos casos que en otros, intentando ser lo que su madre espera de ellos se convierten en cómplices de una terrible farsa que está destruyendo sus vidas.
Muy bien escrita e interpretada, se trata de una película de producción modesta que no parece una mala TV movie (o sea, hay intención en la puesta en escena; una buena foto y una mejor dirección artística; una banda sonora en condiciones, etc.). Aparte del tema que trata y la inusual autenticidad con que lo aborda, lo que más me ha interesado de ella es que pese a que creo que no es cine para festivales (o no solo) sino una película que puede gustar mucho a todo tipo de público, está escrita… digamos que sin pensar en el público. Aquí no hay redenciones de última hora ni moralinas facilonas, o un final feliz impuesto artificialmente sobre una trama que no lo permite. Como dice Sabroso en una entrevista de la revista La gran ilusión: “(…) la mayoría de las películas hablan de héroes, de personas capaces de construir sus vidas. Ésta habla justo de lo contrario, de los que no pueden cambiar. Los personajes plantean lo que quieren hacer con sus vidas, pero no pueden”. Eso sí, me ha sorprendido que pese a lo que más se recalca en los artículos que he leído sobre ella es que Ayaso y Sabroso han abandonado la comedia, en todo momento me parece que es un drama escrito por dos guionistas que conocen muy bien los mecanismos de la comedia y que tienen muy clara la delgada línea que separa a menudo lo trágico de lo ridículo, lo conmovedor de lo patético. Dicho de otra manera, no es sólo una película “de llorar”. Te ríes, y te ríes bastante, aunque en un par de ocasiones una vez comprendes que es lo que realmente está pasando te sientas casi culpable de haberlo hecho. Y para los malpensados que se estén diciendo en este momento “ya andan los cine español haciéndose la pelota”, que conste que no conozco a ninguno de los implicados en la realización de la película. Y tampoco la he visto en el estreno. Simplemente me gustó el trailer y ayer por la tarde pagué por verla en los cines Princesa. Vamos, que obligación de hablar bien de ella, ninguna.
Ah, sí que hay algo que no me ha gustado de la película: el título. Echa un poco para atrás, ¿no?