“Con mucho, el problema más común que afecta a los guionistas que acuden a ver a Michels* es la procrastinación**, que él entiende desde el punto de vista del arquetipo del padre de Jung. “Procrastinan porque no tiene una figura de autoridad externa pidiéndoles que escriban”, dice. “ A menudo le explico al paciente que hay una figura de autoridad ante la que tiene que responder, solo que no es humano. Es el tiempo mismo, que pasa inexorable. Por eso lo llaman Padre Tiempo. Cada vez que procrastinas o pierdes el tiempo, estás desafiando a dicha figura de autoridad”. La procrastinación, dice, es “una forma espuria de inmortalidad”, la manera del ego de afirmar que tiene todo el tiempo del mundo; escribir, por extensión, es una especie de muerte. Él le da a los procrastinadores una herramienta que llama el Uso Arbitrario de un Momento en el Tiempo, que les obliga a sentarse enfrente de sus ordenadores durante un tiempo fijo cada día. “Dices: `me estoy rindiendo al Padre arquetípico, Cronos”, explica. `Me estoy rindiendo a él porque tiene hegemonía sobre mí. Esa sumisión activa algo dentro de la gente. Dicho de manera sencilla, les obliga a poner el culo en la silla`”.
De este artículo de la revista The New Yorker (en ingles, claro).
*Michels es Barry Michels, un psicólogo de Los Angeles.
** procrastinar. Según la RAE: (Del lat. procrastinare). 1.tr. Diferir, aplazar.
O sea, la tendencia que tenemos todos a dejar las cosas para mañana y entretenernos con cualquier chorrada que no es necesaria en vez de trabajar (¡como escribir una entrada en este blog!).