Hace unos días falleció el guionista de cómics Steve Gerber. Sólo tenía 60 años. Quizá el personaje más popular de todos los que creó fue el pato Howard (sí, el de la horrenda película producida por George Lucas; pero os aseguró que los cómics no tenían nada que ver con aquel despropósito), aunque de todo lo que escribió yo me quedó con Omega
y con su etapa en la serie Los defensores. Dos tebeos de lo más inusuales y extraños, -sobre todo para la época en la que fueron publicados-, que no sé cuantas veces debí de leer de chaval. Además, como la serie de Omega se cerró antes de que concluyera la historia (encima me parece que yo no llegué ni siquiera a conseguir todos los números publicados en España), aquellos primeros episodios, tan raros y misteriosos, nunca dejaron de serlo. Y, aunque hace poco he descubierto que un amigo de Gerber, Steven Grant, explicó por fin el origen de Omega precisamente en un número de Los defensores, no llegué a leerlo en su momento y no voy a hacerlo ahora. Estoy seguro de que, comparada con todo lo que llegué a imaginar de niño, cualquier explicación se me quedaría corta. Si queréis saber más sobre Steve Gerber, y porqué es uno de los nombre más importantes de la historia del comic norteamericano, aquí y aquí.
