Toda acción de propaganda tiene que ser necesariamente popular y adaptar su nivel intelectual a la capacidad receptiva del más limitado de aquellos a los cuales está destinada. De ahí que su grado netamente intelectual deberá regularse tanto más hacia abajo, cuanto más grande sea el conjunto de la masa humana que ha de abarcarse. Más cuando se trata de atraer hacia el radio de influencia de la propaganda a toda una nación, como exigen las circunstancias en el caso del sostenimiento de una guerra, nunca se podrá ser lo suficientemente prudente en lo que concierte a cuidar que las formas intelectuales de la propaganda sean, en lo posible, simples.
La capacidad de asimilación de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su facultad de comprensión, en cambio es enorme su falta de memoria. Teniendo en cuenta estosantecedentes, toda propaganda eficaz debe concretarse sólo a muy pocos puntos y saberlos explotar como apotegmas hasta que el último hijo del pueblo pueda formarse una idea de aquello que se persigue. En el momento en que la propaganda sacrifique ese principio o quiera hacerse múltiple, quedará debilitada su eficacia por la sencilla razón de que la masa no es capaz de retener ni asimilar todo lo que se le ofrece. Y con esto sufre detrimento el éxito, para acabar a la larga por sercompletamente nulo.
Adolf Hitler. Mi lucha.
Leer Mi lucha, el libro autobiográfico de Hitler en el que también desglosa su ideario político, resulta bastante interesante. Sobre todo porque ahora sabemos que no son sólo los desvaríos de un tipo resentido y lleno de odio (que lo era), sino los cimientos ideológicos sobre los que levantó su megalomaniaco y criminal tercer Reich.
Y yo lo que me pregunto es… ¿es que este libro no lo leyó nadie en su momento o qué? Mi lucha se publicó 13 años antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de ello fueron muchos los gobiernos que durante ese tiempo siguieron empeñados en creer -hasta que ya fue demasiado tarde-, que la llegada al poder de Hitler no iba a acabar convirtiéndose en una seria amenaza para la paz mundial (¡incluso el prologuista de la edición inglesa llama “pacifista” a Hitler!). No sé… O no lo leyeron o les dio igual (la verdad es que parece ser que hasta 1933 el libro se vendió muy poco).
Porque si algo parece Hitler en mi lucha es espeluznantemente sincero.
Por Ej., entre otras muchas cosas, Hitler deja claro que uno de sus objetivos primordiales era eliminar cuanto antes a todos aquellos que él define como “alborotadores y traidores” (judíos, socialdemócratas, periodistas no afines, etc.; básicamente cualquiera que se opusiera a sus planes) y que desde su punto de vista la única manera de acabar con la crisis económica alemana consistía en ocupar los países vecinos para poder explotar sus recursos, creando el núcleo de un imperio germánico destinado a expandirse por todo el mundo. Incluso llega a mencionar a Rusia como su objetivo primordial.
El párrafo que he copiado, sobre la propaganda, me parece tremendo, especialmente por su franqueza. Me temo que es exactamente lo mismo que piensan muchos políticos actuales, con la diferencia de que ahora nadie estaría tan loco (o sería tan arrogante) como para reconocerlo públicamente.