lunes, 16 de noviembre de 2009

No aparece solo, no...

(…) En aquel momento tanto Blaylock como yo estábamos escribiendo cada uno una novela interminable sin planificar de la que cada uno creo que llegamos a escribir como unas 100.000 palabras. Y no teníamos ningún plan en absoluto, lo único que hacíamos era cada día o cada pocos días prolongar la escena que estábamos escribiendo. Hacer que los personajes cayeran por un agujero o que fueran disparados o que fueran a cenar. ¡Seguimos pensando que si seguíamos adelante de esa manera acabaría por aparecer un argumento! Y por fin nos dimos cuenta de que llevábamos haciéndolo el suficiente tiempo como para que estuviera claro que así no aparecería ningún argumento. Estábamos engañados porque los libros de verdad parecían muy espontáneos. Parecía que eran así solo porque los personajes deciden hacer esto y luego lo otro. Pensábamos que así era como realmente se hacían los libros (…).

El escritor Tim Powers, de esta entrevista.
Y si cuando escribes una novela resulta imprescindible trazar un mapa indicando el camino que vas a seguir, no digamos ya cuando intentas escribir un guión de cine. Pero cuando empiezas, lo normal es no darse por enterado hasta que no escribes muchas páginas de historias que no van a ninguna parte y terminan en la basura. Dependiendo de cómo sea la forma de trabajar del escritor/guionista (también de su capacidad para improvisar soluciones cada vez que se encuentra con un problema o de su descaro para obviarlos), o de la complejidad de la obra que esté escribiendo, el mapa puede ser muy esquemático o muy detallado, pero sin él, lo más fácil es perderse.