Además de haber trabajado durante años conmigo como guionista y de ser crítico de cine (la suya es una de las firmas habituales de la revista Fotogramas), ANTONIO TRASHORRAS ha hecho prácticamente de todo en el audiovisual. No voy a enumerar aquí todos sus trabajos, sobre todo porque me quedaría sin sitio para la entrevista, pero entre otras muchas cosas ha sido director del festival de cine de Peñíscola y ha dirigido el programa Nada que perder de Paramount Comedy. Hace un par de años se hartó del mundo del guión y decidió dejarlo un tiempo. Yo no descarto que tarde o temprano volvamos a escribir algo juntos, pero de momento Antonio ha preferido centrarse en su nueva faceta como productor en la empresa Drive. Como, de alguna manera, Antonio se ha pasado (con perdón de mis amigos productores) al “enemigo”, pensé que sería interesante hablar con él sobre cómo se ven las cosas desde el otro lado.
DAVID MUÑOZ: ¿En qué consiste tu trabajo en Drive exactamente?
ANTONIO TRASHORRAS: Pues tengo reuniones en las cadenas con los responsables de programación y contenidos. Ellos nos transmiten el tipo de productos que buscan en cada momento, ya sea de ficción o entretenimiento. A partir de ahí el trabajo consiste en llevar lo antes posible a esos mismos despachos algún proyecto que encaje con lo que ellos necesitan. Es importante lo de "lo antes posible" porque los huecos de programación de las cadenas varían continuamente y puede ser que lo que necesitaban hace tres meses la próxima vez que te pases por allí lo tengan ya cubierto, o que ya no quieran el tipo de producto que te pidieron, al haber variado por algún motivo el esquema de programación, o la política general de contenidos, o vete tú a saber... En fin, que en ese plazo hay que leer los proyectos que llegan a la productora o pensar conceptos originales para presentar en cada cadena, haciéndolos lo más a la medida posible, claro. No se trata de tirar a ciegas. Pese a todo es muy, muy difícil colocar proyectos. Detallar los motivos requeriría bastante espacio...
DM: ¿Cómo se vive la televisión desde el otro lado, desde la producción? ¿Está todo tan difícil como parece desde fuera?
AT: Se vive digamos que con el mayor pragmatismo posible, cosa de la cual, afortunadamente, yo he andado siempre sobrado. Eso sí, la ausencia absoluta de romanticismo acaba haciendo mella en el motor que significa la ilusión cuando te dedicas a algo creativo. Una de las cosas más desalentadoras es darte cuenta de que sólo tiene sentido desarrollar las cosas que o bien te piden o bien sabes positivamente que tienen hueco en las parrillas de las cadenas aquí y ahora. Las revoluciones no comienzan en las productoras; presentar formatos innovadores o conceptos originales suele dar como resultado unas palmaditas en el hombro y la inevitable respuesta de: "esto no tiene sitio en nuestra parrilla". Y es que son los programadores, y las direcciones de contenidos de las cadenas, las que deciden a priori cómo llenar sus horarios. Si en un momento dado se arriesgan mínimamente es porque un determinado contenido novedoso viene avalado por un éxito llamativo en el extranjero. Aun así, la fragmentación de contenidos, géneros y formatos según las franjas horarias es brutal, tajante. Y los productos que no encajan en las ideas que en este mismísimo momento se manejan en los despachos difícilmente lograr colarse en las programaciones.
DM: Es cierto que tenemos una televisión muy conservadora y derivativa. El único programa que yo ahora recuerdo de (relativo) éxito más o menos "rarito" que se ha estrenado en los últimos años ha sido La hora Chanante, y nunca habría visto la luz si Paramount Comedy (donde las audiencias dan básicamente igual) no hubiera decidido producirlo. Aunque ahora que se ha visto que funciona, sobre todo gracias a YouTube, sí que se ha animado una cadena generalista -aunque sea minoritaria, como la 2- a emitir el nuevo espacio en el que van a comenzar a trabajar pronto los "chanantes". ¿A qué crees que se debe tanto reparo a la hora de probar cosas nuevas? Total, luego solo funciona un programa de cada diez, y la hostia se la pega igual un formato clónico que otro más original.
AT: La clave de prácticamente todo lo que se produce, no sólo para televisión sino incluso para cine, la tienen los programadores y la gente responsable de contenidos de las cadenas. Ellos impulsan según qué proyectos en función de sus intereses. Y hay que tener en cuenta un factor muy importante: el miedo de los ejecutivos a cometer errores que puedan perjudicar sus carreras. Apostar por un material a priori distinto -y por distinto considero cualquier cosa que en ese momento se salga de los patrones impuestos por la propia parrilla de su cadena-, requiere un aplomo y una valentía muy grande por parte de unos profesionales que como cualquier hijo de vecino primero intentan conservar sus empleos, y, segundo, a ser posible, ganar prestigio dentro de la empresa y acaparar mayores responsabilidades en el organigrama. Por ello es casi imposible que un ejecutivo televisivo apoye desde la empatía creativa cualquier proyecto “diferente”, ya que siempre preferirán apoyar materiales que aunque terminen fracasando, al menos cuentan con el cinturón de seguridad de haber funcionado previamente en otras épocas, otras cadenas, otros países, etc. No es una industria que favorezca la figura del visionario, no. Se contempla mejor al que a la postre fracasa con algo previamente testado (al fin y al cabo parecía sensata la decisión de apoyar algo que "podía" funcionar) que aquel que se hunde tras haber generado algo novedoso (siempre dirán de él que sus ideas estaban destinadas al fracaso y se le tachará de imprudente).
DM: Una de las fantasías de todos los guionistas es hacerse productor, para tener de una vez el control sobre su trabajo. Pero me da que eso no es ni mucho menos así, que a la hora de la verdad el productor también sufre lo suyo. A lo mejor nos vendría bien a todos ser productores una temporada para entender según qué cosas... ¿ha cambiado tu opinión sobre la labor de los productores desde que ejerces como tal?
AT: Yo creo que, en general, a los guionistas les vendría bien de vez en cuando salir de su pequeño mundo de ideas y palabras, y enfrentarse a la crudeza del mundo real de la dirección y/o la producción. La típica reunión entre guionistas suele acabar en la narración de las inevitables batallitas individuales sufridas por cada uno por culpa de tanto director ególatra, despótico y/o gandul, y tanto productor sinvergüenza, mentiroso e inculto. Bien, aceptemos que buena parte de los integrantes de dichos gremios responden a esos retratos tan poco favorecedores, pero también es cierto que a veces también te encuentras directores y productores realmente valiosos, honestos, comprensivos y leídos que, pese a todo, por los crueles mecanismos de la industria a la que nos dedicamos, terminan por convertirse en enemigos-puteadores del guionista... POR QUE NO HAY MÁS REMEDIO. Salir del estrecho reducto del guión y acceder a la información que se maneja en el mayor número de departamentos posibles implicados en la producción de una obra audiovisual enriquece muchísimo. Lo ideal sería que los guionistas se acercarán más al mundo, los problemas y las rutinas no sólo de directores y productores, sino también de actores e incluso, que demonios, de técnicos concretos, como los operadores. El tener una nueva generación de guionistas que sepan mucho más de las obras audiovisuales como un fenómeno global, más allá de sus páginas llenas de personajes y acontecimientos imaginados, que pisen con más conocimiento las arenas movedizas de la producción, creo que no puede sino enriquecer las futuras obras, además de convertirlos en personas menos ensimismadas. Con todo, ojo, eso no quiere decir que no siga pensando en el guionista como en el eslabón económicamente más débil e injustamente tratado en términos de empatía creativa de todo el proceso. Y tampoco vendría nada mal que esa ampliación de conocimientos se produjera no sólo entre los guionistas sino entre los demás, y ver a los directores realizando sin vergüenza cursillos de guión (¡qué falta les hace a tantos!) o de dirección de actores, a los productores leyendo más y reuniéndose menos, etc., etc.