domingo, 29 de abril de 2007

U... na buena parrafada

Una de las cosas que a partir de cierta edad uno no se plantea volver a hacer (a no ser que formes parte de una ONG, claro, o que te elijan presidente de la Academia de Cine Español...) es dedicar todo tu tiempo libre a un trabajo muy exigente, por el que no te pagan nada y que encima te da problemas, granjeándote enemistades sin que lo pretendas y ganándote una fama de pretencioso y arrogante con la que todavía tienes que lidiar años después de haberlo dejado. Esos son los pensamientos que me rondaban por la cabeza hace un par de días mientras colocaba en una nueva estantería mi colección de U, la revista de cómic en la que colaboré entre 1996 y 2004 y que en cierta manera fue una continuación mejorada de Urich, el fanzine en el que comencé a escribir de forma semiprofesional (o sea, para ser leído, aunque no cobrara; sin él a veces creo que nunca habría acabado escribiendo, ni artículos ni guiones ni nada de nada) muchos años antes. De hecho, en realidad, el nombre completo de la revista era “U, el hijo de Urich”, aunque siempre nos refiriéramos a ella simplemente como U.
De U llegamos a publicar 27 números, y, si la memoria no me falla –escribo de memoria- cambiamos de director tres veces (José Mº Méndez primero, luego Santiago García y finalmente Óscar Palmer), de editor otras tres (Camaleón Ediciones, La Factoría de Ideas y en la última etapa nosotros mismos) y pasamos de conformarnos con sacar un panfletillo fotocopiado y luego de pretender hacer una especie de The Comics Journal a la española, a querer editar con regularidad algo que, por número de páginas, densidad informativa y formato, se parecía más a un libro que a una revista.
Naturalmente, hubo números mejores y peores, pero estoy convencido de que malo, lo que se dice malo, no hubo ninguno.
Y a pesar de que por ejemplo algunas de las cosas que yo escribí en U leídas ahora me dan bastante vergüencilla (¡esa reseña de 300 atribuyéndole a Frank Miller frases de Herodoto!), las entrevistas que les hicimos a más de una docena de autores españoles me siguen pareciendo una lectura imprescindible para cualquiera que tenga interés por su obra. De hecho, alguna vez he pensado que deberíamos escanearlas para que todo aquel que quisiera pudiera bajárselas gratuitamente de Internet. Pero a ver quién tiene tantas horas libres como para escanearse 50 y tantas páginas por número del tirón…
Respecto a lo que decía al principio de esta entrada, aunque ahora, teniendo en cuenta la virulencia con la que se expresan los aficionados al cómic en los foros de Internet, da hasta un poco de risa, lo cierto es que el tono ocasionalmente sobradete y pedante de algunos textos de U no nos hizo caer precisamente caer simpáticos en el mundo de la historieta. Y releyendo estos días algunos artículos, lo cierto es que no me extraña. ¡Que irritantes llegábamos a ser a veces! Sin embargo, aunque reconozco que me dan sudores fríos solo de pensar que uno de mis futuros cómics pueda caer en manos de algún crítico chuleta de 20 y muchos años como era yo hace… bueno… hace un tiempo, me encantaría que ahora se estuviera editando algo como el U. Porque aunque la inmediatez de Internet está muy bien para algunas cosas, en la red (y menos en castellano) no abundan precisamente ni entrevistas realizadas con un mínimo de profundidad ni análisis críticos que vayan más allá de los dos o tres párrafos. Incluso páginas tan trabajadas como Con C de arte (que precisamente lleva un colaborador del U, Pepo Pérez) no pueden ocupar ese hueco.
Pero supongo que tampoco es fácil que ahora se den las condiciones para que una revista como U salga adelante. Ante lo sencillo que resulta colgar una entrada en un blog es difícil pensar que nadie quiera lidiar con una imprenta (y menos aún pagarla); y, acostumbrados a la libertad que proporciona Internet, lógicamente a muchos “revisteros” potenciales les cuesta imaginarse formando parte de proyectos colectivos, donde siempre hay que negociar y pactar para tomar cualquier decisión. Porque a pesar de que desde fuera se nos percibía como una fanática “uni-mente madrizleña”, guiada por consignas irrebatibles, la verdad es que en las reuniones nosotros discutíamos por todo, con entusiasmo y durante horas. Era agotador. Trabajando así, sin cobrar y, a pesar de ello, intentando dar lo mejor de ti mismo y exigiendo ese mismo compromiso a los demás, las tensiones eran inevitables. Y en más de uno salimos de alguna de aquellas reuniones jurando que no íbamos a volver, que el U se había acabado para nosotros. Aunque luego, por supuesto, siempre volvíamos. Supongo que porque, discusiones aparte, también nos reíamos mucho y porque por encima de todo nos sentíamos muy orgullosos de lo que estábamos haciendo.

Rematando este momento nostálgico y este post que empecé con la idea de escribir cinco líneas y ha acabado ocupando folio y medio, ahí va una selección de las que para mi fueron las mejores portadas de U.