domingo, 6 de mayo de 2007

Proyecciones (y proyeccionistas)

El cine me gusta verlo en el cine. Y en una pantalla cuanto más grande mejor. Lo malo es que también prefiero las películas en versión original, con lo que pocas veces puedo darme el gustazo de verlas proyectadas a un buen tamaño. Bueno, pues hace unos días, un par de semanas después de haber visto Sunshine en V.O. en una minipantalla, me apeteció verla en grande y me fui a los cines UGC Ciné Cité de Méndez Álvaro.

En qué hora…

Nada más comenzar la proyección me doy cuenta de que la imagen está desenfocada. Viendo que el desenfoque no se corrige sino que incluso va a peor, salgo de la sala para buscar a alguien que pueda darle un toque al proyeccionista. Después de dar muchas vueltas, encuentro a un acomodador, se lo cuento y me dice que “ahora mismo” lo arreglan. Vuelvo a la sala pero nada, pasan quince minutos y aquello sigue igual. Salgo otra vez, y da la casualidad de que en ese momento el proyeccionista está entrando en la cabina de proyección.

Y mantenemos esta conversación (añadiendo un toque algo esperpéntico, yo estoy en el pasillo del cine mientras que él me habla desde una pasarela metálica a más de tres metros de altura):

-Oye, perdona, se lo he dicho a tus compañeros hace un momento pero no me han hecho caso. Estoy en la sala 12 y la película lleva desenfocada desde el principio.

-Ya lo hemos mirado y se ve perfectamente.

-Eh… no, de verdad que no se ve bien. Te lo aseguro.

-Tú sabes que en las películas pues hay veces que salen cosas desenfocadas, ¿no? La imagen no puede estar enfocada todo el rato.
(Con una sonrisilla maliciosa)
Vamos, lo que puedo hacer es enfocar todo el rato lo que se vaya desenfocando… Yo, si quieres, me meto en la cabina y lo hago.

-(un poco harto ya) Lo que te estoy diciendo es que la imagen está desenfocada SIEMPRE, hasta cuando no tiene que estarlo.

-Me parece que lo que tienes que hacer es comprarte unas gafas.


Llegados a ese punto, viendo que así no iba a llegar a ninguna parte, decidí dejar de discutir y volver a la sala. Al rato, entró el encargado para decirme que tenía dos opciones: salirme en ese momento si quería que me devolvieran el precio de la entrada, o presentar una reclamación, porque si “el técnico” aseguraba que la película se veía bien, pues entonces es que estaba bien.

Menos mal que no se me ocurrió preguntarles de donde salía ese zumbido machacón que se escuchaba cada vez que había un momento de silencio en la película…

En fin.

Y no es la primera vez que me pasa. Así, rápidamente, y sin remontarme a películas muy antiguas, recuerdo ver Maria Antonieta en los Golem con todo el lado izquierdo de la pantalla borroso, Hollywoodland en los Ideal con los micrófonos asomando por la parte superior del encuadre, El libro negro en los Princesa con un desenfoque molestísimo justo en el centro, Bosque de sombras transformada en un borrón grisáceo también en los UGC, etc. No se salva prácticamente nadie. Cuando no es un desenfoque, el cuadro está mal ajustado o la copia está hecha una pena (rayada, con manchas) aunque vayas el mismo día del estreno. Lo raro es ver una película en condiciones.

Así, por mucho que te guste, se quitan las ganas de ir al cine.

Encima, el 95% del público ni rechista por muy mal que se vea la película. O no se enteran, o les da igual.

Cada vez me da menos pena que los cines estén perdiendo espectadores. Al final, acabaré entendiendo a aquellos que aseguran que el cine, como en casa, en ninguna parte.