viernes, 15 de enero de 2010

Que no, Belinchón, que no...


Venía leyendo El País camino del trabajo cuando me he encontrado con un artículo bastante absurdo sobre una biografía que va a editarse pronto aquí sobre Clint Eastwood. Al parecer el autor, un tal Patrick McGilligan, ha “desenterrado” todo tipo de mierda sobre Eastwood que ha estado oculta hasta ahora. Pero luego llegas al apartado que el periodista que ha escrito el artículo, Gregorio Belinchón, llama “la chicha”, y lo que sigue es un listado de ramplonerías que lo único que me han dejado claro es que Eastwood siempre ha sabido muy bien qué es lo que tenía que hacer y cómo para sobrevivir como ser humano y también como director y actor. Ha defendido con uñas y dientes su privacidad y también su imagen, porque sabe muy bien que su carrera depende de ella. Vamos, que para nada se trata de la descripción de un “monstruo”, que es lo que parece haber entendido el periodista desde el mismo titular (porque supongo que es la única manera de conseguir que el periódico dedique una página entera a un artículo parafraseando el libro de otro). Entre los “pecadillos” de Eastwood aparecen cosas como que  “es machista, en su carrera ha mantenido la tradición de que sus novias encarnen a prostitutas en sus películas”. Claro que sí, porque por supuesto ellas en vez de interpretar un papel protagonista (el que había, y si era de puta, pues de puta, ¿y qué?) habrían  preferido quedarse en casa esperando a que las llamara su agente para una prueba.  ¡Su único error (o no) ha sido enamorarse de actrices! ¡Y quererlas tanto como darles papeles en sus largos! Luego, lo que me ha parecido más sangrante, es que también se dice que Eastwood “menosprecia” a los guionistas porque “filma siempre el primer borrador que le llega y a veces no habla con su guionista hasta el estreno”. Pero vamos a ver… ¡eso no se llama “menosprecio”, se llama “aprecio”! Y también conocer muy bien tus limitaciones. Casi todos lo creen, pero no son tantos los directores que tienen algo que aportar a los guiones que ruedan (más bien lo normal es que fuercen la inclusión frente a toda lógica narrativa de sus caprichos visuales y que dejen que el pobre guionista se las apañe para justificarlo). Afirmar algo así demuestra también una gran ignorancia respecto al funcionamiento de la industria del cine norteamericana. Seguro que Eastwood puede elegir entre -y estoy seguro de que tiro por lo bajo-, cientos de guiones de los cuáles leerá solo unos cuantos: los que hayan filtrado previamente los lectores de su productora o los que le vengan recomendados por alguien de confianza. ¿Qué necesidad tiene de tirarse dos años intentando dejar a su gusto un guión del que a lo mejor solo le gusta la idea? Además, los guiones que le llegan a Eastwood han pasado antes un proceso de desarrollo que puede haber llevado años, supervisado por los productores o el estudio con el que probablemente acabará asociándose cuando decida rodarlos. Es muy improbable que Eastwood lea lo que los guionistas entendemos realmente como un “primer borrador”. Otra cosa es que estemos tan acostumbrados a que lo que escribamos nunca sea el guión de rodaje sino que tenga que pasar por el filtro del director, que nos resulte extraño. Pero vamos, a mí no me importaría que me pasara.Y de verdad, con conocer a Eastwood en el estreno me conformo. ¡Que me "menosprecie" Eastwood, por favor!